JungKook y yo estamos recostados sobre mi cama. Me tiene entre sus brazos, con la cabeza apoyada en su hombro, mientras recorro distraídamente la fina hilera de vello que salpica su pecho. Noto el calor de su cuerpo contra el mío y su aliento sobre mi piel. Como cada vez que nos tocamos, una profunda sensación de paz me invade. Por fin, comprendo plenamente a lo que se refería cuando me dijo que prefería contar el tiempo en momentos felices conmigo que en días porque yo tampoco cambiaría este instante juntos ni por cien años de vida sin él.
—Es la primera vez que alguien me hace sentir así… —afirmo de pronto.
—¿Así cómo?
—Creo que la palabra correcta es “protegido”. Como si a tu lado no necesitase preocuparme, ni estar constantemente en guardia porque contigo no puede pasarme nada malo… ¡Es una sensación muy liberadora!
—Me alegro mucho de que pienses así porque eso es precisamente lo que yo quiero. —Acaricia mi espalda—. Aunque, a veces, tengo la impresión de que lo único que estoy consiguiendo es complicarte más la vida…
—¿Por qué dices eso?
—Para empezar, has perdido la pasantía por mi culpa.
—¡Te equivocas, JungKook ! Por mi tu perdiste tu trabajo!!.
—Hace tiempo que quería dejar “Park y asociados” y establecerme por mi cuenta, pero estaba demasiado acomodado en aquella rutina y me faltaba valor para empezar algo nuevo. Ese video ha sido como la llamada de atención que necesitaba y, en cierto modo, la persona que lo filtró me ha hecho un favor. Ahora ya no tengo ninguna excusa para seguir posponiendo mis planes de abrir mi propio despacho. Lo único que me pesa es…
—¿Qué?
—Nada. Olvídalo.
—JungKook , ¿qué?
—Me duele no poder compartir ese proyecto contigo… —murmura con una voz muy triste—. Perdona. No debí sacar este tema precisamente ahora…
—¡Nunca más vuelvas a pedirme perdón por contarme cómo te sientes! ¿Me oyes? Sé que tienes la mala costumbre de guardarte tus preocupaciones para ti mismo por miedo a molestar a los demás, pero, por favor, no lo hagas conmigo... ¿Entendido?
—¡Entendido! ¿Sabes? Jamás me cansaré de decirte que nunca había conocido a nadie tan maravilloso como tú. —Me susurra, antes de incorporarse para besarme, mientras su mano va descendiendo lentamente por mi torso hasta llegar al abdomen y, finalmente, cubrir mi polla, que reacciona a sus caricias al momento.
—Mmmm… ¿Son imaginaciones mías o estás pidiéndome guerra otra vez?
—¡Definitivamente, no te lo estás imaginando!
—¡Aprendes demasiado rápido! —exclama, abalanzándose sobre mi para encajarse entre mis piernas abiertas. Supongo que ya es absurdo resistirse al deseo porque, si no lo hago yo, Jin volverá a tomar las riendas de la situación. JungKook sonríe y abre el envoltorio de un preservativo que se pone a toda prisa—. ¿De verdad te gusta esto? —pregunta, mirándome fijamente.
—¡De verdad! No es sólo por el placer físico, también me encanta la sensación de dejarme ir, de confiar… —respondo con una sonrisa radiante, mientras vierto un chorro de lubricante sobre su mano para embadurnar con él su ya enfundada erección. Después, lo extendiende entre mis propias nalgas y me mete dos dedos.
—¡Este sí que es un espectáculo digno de ver! —murmura hipnotizado por la sensual imagen, al tiempo que uno de mis propios dedos se reúne con los suyos, sumándose a la exploración. No pasa demasiado tiempo hasta que es su polla la que entra y sale de mi cuerpo, mientras mis manos se aferran a su culo y tiran de el para enterrarlo cada vez más profundo en mi interior. Pero, esta vez, no puedo echarle la culpa a Jin porque soy yo el que está haciendo esto y… ¡Señor, cómo lo estoy disfrutando!