Sabes de qué acabo de darme cuenta? Hay algo realmente mágico en el hecho de despertarse por la mañana junto a la persona que quieres. Ese instante en el que regresas del mundo de los sueños y, aunque todavía no has abierto los ojos, ya empiezas a ser consciente de lo que sucede a tu alrededor.
Cuando oyes su respiración, percibes su olor, sientes su calor y notas el tacto de su piel contra la tuya, te acuerdas de que no estás solo, que esa persona especial está durmiendo muy cerca de ti, y entonces sonríes porque acabas de tocar la felicidad con la punta de los dedos. Después, abres los ojos y lo ves, desnudo en tu cama, durmiendo plácidamente, con el rostro sereno, el pelo alborotado y el cuerpo hecho un ovillo y la dicha se vuelve completamente abrumadora dentro de tu pecho. ¿Y sabes de qué más me he dado cuenta? Tuve esto durante mucho tiempo y no siempre supe valorarlo como debía. No sé en qué momento exacto de mi vida pasada empecé a dar por sentada mi relación con JungKook y me olvidé de lo importante que él era para mí. Olvidé lo afortunada que había sido, muchos años atrás, por encontrar a un hombre tan bueno, cariñoso, paciente y comprensivo. Olvidé la suerte que tenía porque aún continuaba a mi lado a pesar de mi estúpido egoísmo. Olvidé que ni el prestigio profesional ni el dinero valían el riesgo que corría de perderlo. Me olvidé de decirle lo mucho que lo quería. Olvidé el daño que le hacía con mi actitud distante. Olvidé todo el dolor que él era capaz de soportar antes de acabar explotando como lo hizo al final.
Aunque es muy triste que haya tenido que morir y reencarnarme en Jin para poder recordar todo esto, también he comprendido que JungKook es mi mayor asunto pendiente. Me han dado otra oportunidad para hacer las cosas bien con él, y ayudarlo a salir de ese hermetismo en el que ha estado viviendo desde mi muerte para que se permita a sí mismo el riesgo de volver a amar y, cuando aparezca alguien que realmente lo merezca, pueda ser feliz a su lado.
Sé que esa persona no voy a ser yo porque sólo estoy aquí de paso, pero debo ayudar a hacerlo posible para compensar todos esos años de infelicidad que le causé, y el único modo de lograrlo es desenmascarar a mi asesino para liberarlo de sus remordimientos. Sabía que resolver mis asuntos pendientes no sería fácil, pero no esperaba que doliese tanto.
Está amaneciendo y la primera luz de la mañana se filtra a través de las cortinas, pero yo ya llevo un buen rato despierto, reflexionando sobre todo lo que te acabo de comentar, mientras JungKook duerme a mi lado y en posición fetal, ajeno a la tormenta que acontece en mi interior, pero inmerso en su propio huracán porque no ha parado de dar vueltas y agitarse en toda la noche, como si su mente no lograse descansar ni siquiera cuando duerme. Nunca lo había visto así antes y me preocupa mucho. No puedo reprimir el impulso de pegar mi pecho a su espalda y pasarle el brazo por la cintura para tratar de reconfortarlo.
—Buenos días –murmura adormilado, mientras cubre mi mano con la suya–. ¿Qué hora es?
—Aún muy temprano. ¿Has dormido bien? Parecías agitado, como si estuvieses teniendo pesadillas o algo así…
—No sé, no me acuerdo de lo que he soñado –afirma evasivo, pero, por la forma en la que se tensa entre mis brazos, puedo decir que me está mintiendo–. Perdona si te he despertado.
—No, tranquilo. Solamente me preguntaba si esto te sucede muy a menudo.
—Ni idea, duermo solo, así que no tengo forma de saberlo.
Supongo que no puedo culparlo por no querer contarme lo que le sucede.
Siempre ha sido muy reservado, el tipo de persona que prefiere guardarse todos sus problemas para sí mismo con tal de no molestar a nadie. Además, en teoría, acabamos de conocernos y no puedo pretender que confíe en mí después de una sola noche juntos. Si sigo presionándolo, lo único que conseguiré es que se cierre más y no tendré forma de ayudarlo. Antes, debo ganarme su confianza y, lamentablemente, eso no va a ser nada fácil porque creo que está mucho más herido de lo que parece a simple vista.