O1.

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Bruce vuelve en sí sobre el suelo de la Baticueva, sin tener idea de cómo llegó ahí. Había estado entrenando, pero nada que pudiera haberlo hecho perder el conocimiento. Para su mayor alarma, puede escuchar a alguien más moviéndose en la cueva. Alguien que claramente no es Alfred.

No está seguro qué había estado haciendo como para estar incluso usando su uniforme, pero se levanta la capucha y agarra uno de los bastones de combate¹ que hay a lo largo de la pared mientras avanza a la zona principal.

Casi lo deja caer cuando ve al intruso.

—¿Dick?

Dick se gira y en su rostro se dibuja una sonrisa.

—¡Bruce! Creí que estabas fuera por asuntos de la Liga.

Bruce había terminado con Diana y Barry antes, una simple misión destinada más a reforzarlos como equipo ante la opinión pública que a otra cosa. No sabe cómo Dick podría saberlo, pero Dick siempre ha sido ingenioso.

—Terminé temprano. ¿Qué haces aquí? —Hace una mueca por cómo le sale. Dick está aquí, él no debería sonar tan acusador, no debería ahuyentarlo.

—Nada importante, no te preocupes. Tim quería que le echara una mano con algo y, como estaba en la ciudad, pensé en usar la computadora para seguir una pista.

¿Tim era un nuevo amigo suyo? Había intentado hacer un seguimiento de a quién conocía Dick en Blüdhaven, pero los últimos meses se le habían escapado. Desde Superman, aleja ese pensamiento—. ¿Algún avance?

Dick se anima—. ¡Un par! ¿Quieres venir a echar un vistazo?

Bruce casi cierra los ojos contra eso. Han pasado, Jesús, años, desde que Dick le pidió ayuda. Incluso antes de irse, incluso antes de que dejaran de hablarse definitivamente, Dick se había vuelto más terco, más decidido a hacerlo todo por su cuenta.

—Sí —tiene que tragar saliva por la aspereza en su voz—. Por supuesto.

—¡Hombre, gracias! ¿Estás seguro de que no tienes nada mejor que hacer? —pregunta Dick, quien ya está de camino a la computadora.

—No para ti —dice Bruce con sinceridad. Se toma un momento para simplemente observar a Dick. Lo ha visto varias veces, ha pasado por la comisaría de Blüdhaven disfrazado o se ha asomado por el apartamento de Dick mientras patrullaba, pero no es lo mismo. Dick ha vuelto a actualizar su traje, el relleno amortiguador es más denso, más parecido a una armadura. Ha perdido las franjas azules en sus dedos.

Y entonces, Bruce se queda completamente quieto. La cueva está mal. La estructura es la misma, toda la idea base está ahí. Pero la pantalla de la computadora es más grande. El estante de armas está en el lugar equivocado. Hay más jeringas, agujas y escalpelos en la sección médica, aproximadamente el doble de los que había visto la última vez. Y eso es sólo los pequeños objetos.

Hay un dinosaurio que se extiende desde el suelo hasta lo alto de la cueva, casi nueve metros de altura. Y, lo peor y más alarmante de todo, el traje de Jason ha desaparecido. No puede apartar la mirada de la pared donde debería estar. Ni siquiera es que la vitrina esté vacía, ésta nunca estuvo ahí. Es sólo un tramo de pared vacía. El traje de Superman, que debería haber estado colgado a su lado, también desapareció.

¿Esto es un sueño?

—¿Verdad, Bruce? —pregunta Dick, y Bruce arrastra su atención de regreso. Dick había estado hablando de las lecturas de la computadora. Con esfuerzo, Bruce mira la pantalla. No parece un sueño. Las lecturas son perfectamente comprensibles, los familiares picos altos y bajos de cada gráfico.

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