𝐗𝐗𝐈.

203 18 4
                                    

Léonie.


Todavía podía escuchar los aplausos cuando bajé del escenario, con el premio entre las manos y los nervios a flor de piel. Sentía las miradas de todos puestas sobre mí, a pesar de que muchos de ellos no sabrían siquiera quién era yo.

¡Y el Grammy a Mejor Artista Revelación es para... Léonie Bardot! Había sido una sorpresa. Era cierto que mi equipo me había recomendado encarecidamente que acudiese a la ceremonia en Los Ángeles cuando yo me había negado. No pensé que tuviese ninguna posibilidad. Y, sin embargo, allí estaba. Sujetando el pesado gramófono como si fuera lo más preciado que había cogido nunca.

Meses atrás, en ningún momento me habría planteado la posibilidad de poder recibir un premio como aquel. Ni siquiera habiendo terminado el certamen de Eurovisión. En ese momento me vi acabada. Ridícula. Pensé que pasaría a la historia como la chica que ganó Eurovisión porque su novio se había descalificado a propósito. Novio. Damiano nunca fue mi novio, de todas formas. Ni siquiera eso había podido llevarme conmigo.

Pero el tiempo pasó. Las semanas, y después los meses. Surgieron contratos, música nueva, composiciones diferentes. Tal vez Théo tuviese razón cuando dijo que "me estaba pasando al pop", pero era cómodo. Una zona segura, según decía Louis, mi nuevo agente. Él se encargaba de hacer realidad todos esos contratos y canciones. Y, en parte, gracias a él estaba recibiendo aquel premio.

—La música alternativa era lo que te hacía especial, Léo —me había repetido mi hermano justo antes de lanzar el primer disco. Pero yo me había convencido de que los cambios serían para bien, y así había sido.

El premio pesaba, y a mí me sudaban las manos, a pesar de estar a principios de febrero y de llevar un vestido fino, que me dejaba los brazos al descubierto. Todos me habían dicho lo preciosa que estaba. Un look muy francés, le había escuchado decir a una actriz que había sido invitada. No sabía cómo sentirme al respecto, pero le dí las gracias para seguir prestando atención a la ceremonia. Aunque, no mentiré. Puede que fuese el evento más especial que había pisado nunca, pero jamás me había aburrido tanto como en aquel momento, tras horas y horas de presentaciones, charlas, y recibimiento de premios.

Es por eso por lo que, en un momento dado, decidí ausentarme al cuarto de baño. Con el mayor sigilo posible, y el premio todavía de la mano. Únicamente para despejarme un poco y, como siempre, llamar a Théo.

—¿Estás despierto?

Tardó un poco en responder.

—Sí... Estoy viendo... Estoy... Los premios...

Podía escuchar cómo babeaba contra el teléfono desde la otra punta del mundo, pero no me molestó. Sólo sentí cierta ternura. Al menos había intentado mantenerse despierto.

—Entonces has visto lo del premio...

—Sí, claro...

—Ha sido una mierda no ganarlo, ¿eh? Sabía que no iba a pasar... —comenté entonces, esbozando una pequeña sonrisa, esperando alguna reacción por su parte.

—Pf... Pues ya ves... Tú te lo merecías más que esa inútil que se lo ha llevado...

No pude evitar estallar en risas, y estoy segura de que mi hermano menor se sobresaltó, pues juraría que escuché el teléfono caerse al suelo, y después el proceso en el que Théo volvía a cogerlo para ponérselo de nuevo contra la oreja.

—¡Théo, que he ganado! ¡He ganado!

—Has... ¡Joder, has ganado! ¡Pues claro que sí!

Parecía haberse despertado por completo y, en parte, me sentí mal por haberle hecho trasnochar. Pero sabía que su ilusión era verdadera.

𝗢𝗪𝗡 𝗠𝗬 𝗠𝗜𝗡𝗗  ✮  damiano david.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora