Olivia Garrett
17 años.En el vida siempre hay momentos difíciles, a los cuales tenemos que sobrevivir.
Tristemente he aprendido que para que existan momentos felices, tienen que existir los tristes. De esa manera aprendemos a apreciarlos mejor.
Es triste que unas personas que han pasado por tanto, estén sufriendo de nuevo.
La familia de Hugo ha pasado por muchas cosas, puede que cada una más difícil que la otra. No merecen pasar por esto.
Apenas finalicé la llamada con mi padre, recurrí al profesor para pedir permiso de salida. No podía abandonar a mi amigo cuando más me necesitaba.
Aún no entiendo porque no me había dicho nada. Sé que no es fácil lo que pasa, y quizás todo pasó de un momento a otro. Pero es mejor que hubiese recurrido a un simple mensaje, a solo desaparecer.
Llego al hospital, no sé como he llegado tan rápido. Envío un mensaje a papá preguntándole en que piso se encuentra.
Casi al instante recibo su respuesta.
Subo al ascensor y marco el piso tres. Cuando las puertas de éste se abren, empiezo a caminar por el pasillo visualizando a mi padre que se encuentra hablando con el señor Louis, esposo de la madre de Hugo. Éste último mencionado está de pie a un lado observando la puerta de una habitación, en la cual seguramente está su madre.
Me voy acercando poco a poco, y cuando estoy lo suficientemente cerca llamo su atención.
—Hugo... –lo veo con una mueca triste.
Él, apenas me ve, se acerca y me da un abrazo. Sé cuánto a de estar necesitándolo.
Hablo de nuevo.
—Siento mucho lo que está pasando.
Nos separamos, y es ahora que lo puedo observar bien.
El pobre tiene hinchados los ojos, ha de haber estado llorando. Unas ojeras, como si todo este tiempo no haya dormido nada.
Me parte el alma verlo así.
—Aún no entiendo nada, Liv. Los médicos no han querido decir nada, estoy muy preocupado. Mamá siempre ha sido sana.
—Lo sé, lo sé –acaricio su brazo– ¿A Louis no le han dicho nada tampoco?
Aunque, supongo que no, cualquier cosa, así sea mínimo le habría dicho a Hugo. Muy bien no son padre e hijo, pero ambos siempre han tenido una buena relación desde que Miri -así le digo de cariño- se casó con el señor Louis. Digo, son ocho años desde entonces, de ese matrimonio nació Leah, la hermanita menor de Hugo.
—No, nada, no nos han dicho nada–pasa las manos por su cabello, exasperado–¡Joder! ¡¿Por qué no dicen nada?!
—Tranquilo, esperemos que no sea por nada malo, que...
—¡¿Esperar?!–grita–¿Sabés cuanto hemos estado esperando, Olivia?
››Hemos estado aquí desde la puta fiesta. Han pasado las suficientes horas, ¿No crees?
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Pequeña Realidad
Novela JuvenilMuchas veces nos cuesta aceptar lo dura que puede ser la vida. Cada día tenemos que aprender a lidiar con la cruda realidad. En algunas ocasiones no se nos concede el derecho a dar nuestra opinión. Si nos ponemos a ver; La realidad es horrible, pe...