Bienvenida

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Después de cruzar el portal sentí que un fuerte resplandor me encegueció, no se comparaba en nada a cuando utilizaba la teletransportación.

Apenas a pocos segundos de haberme acostumbrado a la luz y ver que los tres nos encontrábamos en medio de la calle, vi como una bola de plasma azul se dirigía a nuestra dirección, apenas dándome tiempo para cubrir a Daniela y al niño con mi cuerpo, formando un campo de energía, causando que ante el choque una nube de vapor nos envolviera.

-Puedo reconocer a kilómetros la firma de tu núcleo -escuché del otro lado una voz femenina similar a la de Daniela. Cuando la nube dejó entre ver la figura que nos hablaba, pude observar cómo nos amenazaba con bolas de plasma asomándose en los puños de la mujer- ahora dime dónde está mi hijo.

Ante aquellas palabras Nicolae se soltó del agarre de la joven y corrió, obligándome a desvanecer el escudo.

-¡Mamá! -gritó el menor mientras salía en dirección de la mujer. Al tiempo que mi vista ya no era obstruida y podía vislumbrar un cabello largo y de escarcha ondear mientras se agachaba a recibir al menor.

-¡Nick!, mi amor -suspiró aliviada sosteniendo el cuerpo más pequeño a su pecho- ¿Estás bien?, ¿te hicieron algo? -decía con rapidez mientras tomaba el rostro del menos entre sus manos- Ay no, disparé a donde estabas -dijo en un chillido- ¿Te lastimé mi amor?

Observé la escena mientras me incorporaba, procurando soltar levemente a Daniela de entre mis brazos, por si era necesario cubrirla de nuevo, observé su rostro, siendo correspondido en la acción, para luego dirigir nuestra mirada hacia la mujer. Verdaderamente eran muy similares.

Al parecer nuestros movimientos llamaron la atención de la contraria, por lo que dirigió su atención hacia nosotros.

-¿Qué rayos?... -fue lo único que pudo decir, mientras intercalaba la mirada entre Daniela y yo.

-Mira mamá, traje a papá -mencionó Nicolae mientras jalaba el brazo de su madre hacia mí. La mujer se levantó lentamente y caminó hacia nosotros, siendo dirigida por el menor.

Llegando a unos pasos hacia nosotros, Daniela se alejó de mi lado, para caminar hacia la mayor, siendo ignorada por esta.

-¿Vlad? -preguntó con incertidumbre la contraria. Por fin podía ver sus rasgos detenidamente, sus ojos verdes neón eran inconfundibles, su cabello blanco caía enmarcando su rostro y su piel exhalaba el frío de sus poderes fantasma.

Estiró su mano libre hacia mí, como si quisiera tocar mi rostro para comprobar que era real.

-¿Daniela? -ella asintió, con los ojos llorosos, tocando por fin mi rostro.

Sus manos enguantadas se sintieron tan agradables en mi piel, que experimenté una sensación de alegre contracción en mi núcleo. Con un arrebato de felicidad me sorprendió al sentir cómo se sujetaba a mi con sus brazos sobre mi cuello, escondiendo el rostro.

-Hace años que no te veía de esa manera -mencionó por fin. Sin saber qué hacer al respecto puse mis brazos en su espalda.

Esa sensación, ese sentimiento que tenía por la halfa pareció salir a flote, su cuerpo alrededor de mis brazos me produjo tanta felicidad. Podía sentir cómo disfrutaba de mi contacto, deseando que no la soltara, aferrándose a mi cuello.

Cerré los ojos, imaginándome una vida así con Daniela, una vida donde ambos hubiéramos sobrepasado nuestra rivalidad y pudiéramos dejar que la atracción que nuestros núcleos experimentaban nos llevara a disfrutar la compañía del otro.

-Esto es muy nostálgico -dijo separándose unos centímetros de mi cuerpo, para verme al rostro y darme una sonrisa.

No pude evitar sentir que mi estómago daba un vuelco. Sus ojos quedaban casi a la altura de los míos y esas orbes neón me estaban hipnotizando.

-¿Desde cuándo dejaste de ser una testaruda recelosa? -dije con una sonrisa, tratando de desviar mis pensamientos, recibiendo una de su parte.

-Desde que cierto mitad fantasma dejó de ser tan orgulloso -reí ante su respuesta, dejándola ir a regañadientes cuando ella comenzó a separarse. -Se que no eres el Vlad que esperaba encontrarme -mencionó observando detalladamente a la jóven por primera vez, quien no parecía quitarnos la mirada de encima todo este tiempo.

-Afortunadamente, porque hace cinco minutos parecías estar a punto de congelarnos a ambos -mencionó la menor, provocando que la contraria desviara la mirada, con un rubor apenado en sus mejillas.

-Bueno, sabes bien que a veces este tonto nos provoca esos sentimientos -contestó, mientras ambas reían.

Por un momento sentí que mi rostro se sonrojaba, rayos, tener a una Daniela sonriendo y riendo por mí era algo celestial, pero observar a dos hacerlo hacía que sintiera cómo mi núcleo desprendía más calor del acostumbrado. Puse una de mis manos en mi rostro, para tratar de disimular mi reacción.

-No se qué haya pasado, pero gracias por traer a mi niño de vuelta -decía la mayor, tomando al pequeño entre sus brazos. Al tiempo que dos anillos blancos la rodeaban, dejando ver su cabello negro hasta la cintura y sus enormes ojos azules- creí que su padre se lo había llevado y lo había retenido.

-¿Su padre? -preguntó la peliblanca observando a la mujer, para luego posar sus miradas al mismo tiempo en mi.

No fue necesario aclarar nada con palabras para saber lo que eso significaba.

-No mamá, yo seguí a papá -dijo el menor, desviando la atención sobre mi.

-Nick ¿Por qué? No sabías con quién se fue, pudieron hacerte daño -reprendió la pelinegra.

-Cuando papá se fue lo seguí para que viniera, pero no me escuchaba -explicó el menor, cabizbajo- y la señora se enojó cuando me iba a acercar a él.

Suspirando su madre lo abrazó más fuerte, recostando la cabeza del niño en su hombro. Sentí un pinchazo de culpa ante aquella escena, ellos no eran mi familia, ni tampoco les había hecho aquello que les estaba lastimando, pero al mismo tiempo sí era así.

-La señora se llevó a papá a la Zona Fantasma y los seguí-continuó el pelinegro.

-¿A dónde? -cuestionó la halfa mayor, sorprendida.

-¿Qué fue exactamente lo que pasó ese día? -le pregunté.

-Necesitamos saber qué ocurrió, al parecer todo involucra a un fantasma que amenaza el futuro. No sabemos cómo o quién es, pero debemos detenerlo -dijo Daniela, ganándose la atención de la mayor, quien suspiró con tristeza.

-No sé exactamente cómo esto puede ayudar, pero les contaré lo que sucedió -contestó, observando a la joven- vamos adentro, va a ser una larga conversación -señaló con la cabeza los laboratorios Fenton, para luego dirigirse al edificio.

Ambos la seguimos a sus espaldas, retirando primero nuestra transformación.



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Espero que disfruten este pequeño capitulo.

Viejos enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora