Capítulo 6

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-Al día siguiente-

Maya entraba bastante animada al club. Se había estado mentalizado y había llegado a la conclusión de que, de poco le servía pensar en que estos 7 meses iban a ser una tortura puesto que, lo único que conseguiría es amargarse ella sola, por lo que decidió tomárselo de la mejor manera posible.

-¡Buenos días jefa!-Exclamó dirigiéndose hacia la mesa de la italiana, que levantó la cabeza de los papeles que estaba leyendo y la miró con su ceja izquierda levantada.-¿Qué hacemos hoy?-Interrogó la rubia con bastante entusiasmo en su voz, déjame decirte rubia que te durará poco.

-Buenos días a ti también, hoy yo voy a estar ocupada revisando los artículos del ejemplar de esta semana que, como supongo que sabrás, se reparte pasado mañana. Mientras tanto, tú vas a leerte esto.-Informó la morena mientras se giraba en su silla y abría un armario, provocando que la rubia estirara el cuello en un intento de ver qué era lo que estaba sacando la italiana pero, una vez vio de lo que se trataba, su ánimo cayó en picado hacia el subsuelo y sin frenos.

-"Cómo ser un buen periodista" "La historia del periodismo" "Soy un periodista" "El perfecto manual para el periodista novato"-Leyó la rubia en voz alta los títulos de los libros que había sacado previamente la italiana del armario.- ¿En serio Carina? Tienes que estar bromeando.-Soltó incrédula la ojiazul. 

-Y tan en serio, quiero que, antes de que toques mis periódicos, yo esté totalmente segura de que sabes lo que haces y no vas a fastidiarla.-Comentó la italiana a la vez que devolvía la vista a sus papeles. 

-Lo que me faltaba.-Protestó la rubia.-¿Puedo sentarme dónde quiera o también lo eliges tú querida jefa?-Escupió con ironía.

-Pues, lamento comunicarte que, lo cierto es que sí, lo elijo yo. Por lo tanto, te vas a poner aquí a mi lado. Quiero tenerte bien controladita.-Dijo con simpleza la italiana.

Maya dirigió su mirada a el lado izquierdo del escritorio de Carina y prácticamente se le desencajó la mandíbula con lo que estaba viendo. Se acababa de dar cuenta de la presencia de una mini mesita rosa, la cuál estaba pegada al escritorio de la más alta. Tenía hasta una sillita a juego, de color rosa con detalles en morado pastel. Muy mona y todo lo que queráis pero, por muy bajita que sea Maya, esa silla era demasiado pequeña para ella. Necesitaba una un poco más grande si no quería parecer imbécil.

-Si piensas que voy a sentarme en esa cosa, sueñas.-Escupió la ojiazul bastante molesta.

-Es eso o el suelo, tú decides.-Informó sin inmutarse la italiana.

Maya soltó un bufido y se dirigió hacia la mini mesa, sacó la pequeña silla y se sentó en ella flexionando las rodillas. Analizó con detenimiento la mesa y pudo observar en una de las esquinas una pegatina.

-¿Una pegatina de Peppa Pig? ¿Me estás vacilando Carina?-Soltó con incredulidad la ojiazul.

-Oh vamos, dale una oportunidad. Seguro que os hacéis buenas amigas. Ya sabes lo que dicen, no juzgues a un libro por su portada o, en este caso, por sus pezuñas.-Dijo la morena sin poder contener una sonora carcajada.

La rubia, ante esto, rodó los ojos exageradamente y cogió el primer libro de la pila que había formado la italiana hacía tan solo unos breves instantes. 

Al rato, Maya pensaba que las palabras se le iban a salir por los ojos. Llevaba 15 minutos atascada en la misma página ya que no le interesaba en absoluto lo que estaba leyendo por lo que aunque quisiera, no lograba avanzar con la lectura.

En media hora, tan solo había leído 25 páginas y, aún le quedaban 374 y tres libros enteros.

Si pudiera desaparecer y transportarse directamente al sofá de su casa con un cuenco de palomitas, y su serie favorita en la televisión, definitivamente lo haría. Dios solo de pensarlo se le hacía la boca agua. 

Little big coincidencesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora