Capítulo 8

197 23 2
                                    

Carina había tratado de abrir la puerta dos veces más pero, no había dado resultado y comenzaba a frustrarse por ello.

-Carina, tienes que abrir esa puerta, necesito salir.-Dijo la rubia histérica sin dejar de mirar su reloj de muñeca frenéticamente.

-¿A caso no lo ves Bishop? He intentado meter el código varias veces y no ha funcionado. ¿Crees que yo quiero estar aquí encerrada contigo?-Respondió la italiana molesta.

-A lo mejor has metido mal el código.-sugirió la ojiazul.

-¿Pero por quién me tomas?-Pregunto indignada la morena. 

-Prueba otra vez.-exigió la rubia y, la italiana así lo hizo siendo una vez más, el acceso denegado.

Maya apoyó su espalda contra la pared y se deslizó lentamente hacia abajo y, una vez se hubo sentado en el frío suelo, cubrió su cara con ambas manos.

La morena, ante esto, giró su cabeza, extrañada, hacia la ojiazul y, al escuchar unos leves sollozos, se puso delante de ella y se colocó de cuclillas para quedar a su altura. 

-Bishop.-Dijo la italiana tocando con su dedo índice el hombro de Maya en un intento de que esta reaccionara pero, al ver que no respondía, la sacudió levemente.-¡Bishop!-Exclamó la azabache.

Se escucharon unos leves refunfuños y, la rubia quitó sus manos de su rostro y miró a la chica que tenía delante.

-Mira DeLuca, no tienes ni idea. Tenía que salir de aquí antes de las 15:30, porque a menos cuarto tengo entrenamiento de atletismo y, adivina quién estará presente en ese entrenamiento. Mi padre. El hombre que no me ha permitido faltar a un solo entrenamiento desde que tenía 6 años ya que, la única vez que falté a un entreno, que fue con esa misma edad, me dejó sin comer durante cuatro días. Solo me daba menos de la mitad de un vaso de agua para que no me deshidratara pero, nada más. Y mi madre no podía meterse ya que, mi padre no atiende a razones. Él cree que todo lo que hace está bien hecho y, no deja que nadie le diga lo contrario porque, si lo haces, tienes serios problemas y, créeme cuando te digo que sé de lo que hablo cuando afirmo esto. No tengo permitido quedar segunda ya que es mediocre. Tengo que contentar a mi padre porque es mi obligación y, ahora estoy encerrada aquí y voy a faltar al entrenamiento, por lo que mi padre va a hacer de mi vida un infierno como mínimo durante el próximo mes.-Soltó del tirón la rubia dejando perpleja a la italiana. Una vez hubo acabado su monólogo, volvió a cubrir su rostro con sus manos y se volvieron a oír sollozos.

-Bishop, mírame.-exigió Carina pero no le hizo caso.-Bishop, te estoy hablando.-repitió una vez más.-Maya. Mírame por favor.-dijo esta vez más suavemente la morena.

-No. Estoy ridícula.-Murmuró con un hilo de voz la ojiazul.

La italiana cogió suavemente las manos de la rubia y las retiró del rostro de esta. Puso su dedo debajo de su mentón y levantó la cara de la ojiazul para que, de esta manera, la mirase a los ojos.

-No tienes que contentar a tu padre Maya. No es tu obligación. Tu obligación es vivir tu vida como tú quieras hacerlo sin tener que pensar en lo que dirá tu padre a cada paso que des. Entiendo que ahora mismo no puedas ver más allá de lo que él dice pero, créeme, hay más y, una vez te des cuenta de eso, serás mucho más feliz de lo que eres actualmente. Tienes muchas personas que estarán ahí para ti y que no se irán por muy difícil que se ponga la situación. Tienes que armarte de valor y hablar seriamente con tu padre. Si te gusta el atletismo, genial, fabuloso pero, si no quieres seguir haciéndolo o al menos no a nivel competitivo, debes decírselo. Y si no está de acuerdo no te achantes. Sigue firme en tu postura. Piensa que, si no coges las riendas de tu vida ahora, no lo harás nunca.-Finalizó la italiana mirándola a los ojos. 

La rubia asintió a lo dicho por la morena pero, aún así, fue incapaz de frenar el llanto que se avecinaba. Para Maya en ese momento fue como si el mundo se le cayera encima porque pensaba que, Carina tenía razón pero, a su vez, tenía miedo de su padre. Mucho miedo. 

La ojiazul comenzó a llorar sin poder detenerse y fue recibida por los brazos de la morena que la estrechó fuertemente. 

-Carina-

Ver a Maya llorar fue duro para mi. Ni siquiera sé el motivo. Ni siquiera me cae bien pero, verla llorar, verla encogida sobre si misma, verla tan pequeñita sin saber cómo actuar con su padre, me hizo querer abrazarla y no soltarla jamás. Protegerla de todo y todos.

Maya se tumbó con la cabeza sobre mis piernas, aún escuchaba algún que otro sollozo, por lo que comencé a acariciar su pelo con leves círculos. 

Su pelo era muy suave y, olía a vainilla con un ligero toque de coco. 

-Narrador externo-

La respiración de Maya comenzó a hacerse más pesada. Se había dormido encima de Carina. 

La italiana sonrió al darse cuenta de esto y, se quedó observándola por unos instantes mientras dormía. "Que bonita está cuando duerme" Pensó la morena y, automáticamente se reprendió mentalmente por el mero hecho de que ese pensamiento cruzara su mente aunque solo fuera por un leve instante. No debía hacer eso. No debía observarla mientras dormía. No sabía en qué estaba pensando. 

A los pocos minutos, la italiana vio como Maya comenzaba a temblar debido al frío de esa noche así que se quitó su chaqueta y se la colocó encima de las piernas. Ella tenía varias capas debajo de esa chaqueta por lo que, desprenderse de ella no sería un gran problema.

Después de quince largos minutos, la morena cedió al sueño y cayó en los brazos de Morfeo y, como último pensamiento antes de dormirse, tenía a esa rubia de ojos azules, a la cual consideraba tan tonta pero, a la vez intrigante.

------------------------------

El capítulo es un poco corto pero, espero que aún así os guste <3

Little big coincidencesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora