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—Oye, no saltes ahora. Puedes hacerlo mañana después de que salvemos a mi hermano, pero por ahora necesito ver que respiras en éstas y las próximas 24 horas.

Jude sonrió levemente al notar que la figura de Aegan se encontraba recostada en la puerta. Ya había pasado media hora que estaba en la terraza contemplando la cantidad de luces encendidas que iluminaban aquella Ciudad. Se prometió visitar aquél lugar tan extraño y a la vez hermoso que no había explorado desde que se encontraba allí. Y todo porque su tiempo lo había ocupado por culpa de aquellos hermanos Cash.

¿Es que ni siquiera fuera del libro la dejaban en paz?

—Hay que admitir que hace buen clima aquí.

Los pasos de Aegan se acercaron a ella hasta llegar a su lado. Sus brazos se posaron en el barandal que limitaba el final de la terraza. Ella lo miró sólo hasta notar que de su labio inferior, lo hinchado y manchado de sangre resplandecía incluso bajo la oscuridad.

Ella se miró los dedos mientras una pequeña punzada le apretaba el pecho.

—Perdón por lo de hace rato. Fue mi culpa que...

—No te disculpes —La cortó Aegan— No has hecho nada malo.

— Ocasioné que Adrik y tú pelearan— insistió Jude mientras se le escapaba una lágrima de su ojo derecho.

¿Por qué lloraba? Porque se sentía miserable. Porque después de todo ella era la única que tenía la culpa.

—Ya lo habríamos hecho tarde o temprano, pero no digas que es tu culpa.

—¡SÍ LA ES!—No pudo evitar explotar—...DE NO HABERME ACOSTADO CON ÉL. DE NO HABER ABIERTO LAS PIERNAS...YO...YO...

Y antes de poder encontrar palabras que decir para desahogarse, las manos de Aegan la rodearon y la arrastró contra su pecho. Pasándole una mano por la espalda mientras ella notaba como las lágrimas se convertían en cascadas y los gemidos salían de sí misma. No sé había permitido llorar desde hacía tiempo y el estar allí, quebrada cuando Aegan la consolaba la hacía sentir diminuta. La fuerte Jude se había ido y el mismo Aegan sintió pena por ella.

Él sabía que era demasiado fuerte e incluso más que él, pero en ese momento, cuando la tenía en sus brazos sintió parecerle que era una niña. Tan vulnerable, tan pequeña y delgada hecha un mar de lágrimas, eso sólo le hizo sentirse triste. Se había dado cuanta hacía mucho que lo que sentía por ella era mucho más grande que una simple amistad. Y en ese momento verla de aquella forma le había recordado el dolor de su sufrimiento que la amaba, pues odiaba tenerla tan decaída.

Después de unos minutos Jude parecía haberse liberado de un fuerte peso de tristeza. Paró de llorar y se enjuagó las lágrimas cuando Aegan la soltaba para darle su espacio, pero nunca dejó de cogerla con sus fuertes brazos.

Jude quiso creer que de verdad estaba logrando cambiar a aquél chico porque lo demostraba cuando estaban solas. Ya en varios momentos notaba que Aegan era un poco más comprensible e incluso amable. La verdad es que quería tener que apoyarse de alguien y él estaba cumpliendo los requisitos para volver a estar bien.

Porque ya no quería volver a sentirse lastimada.

Jamás.

—¿Tienes hambre? ¿Vamos a por unos hamburguesas?—le preguntó el tatuado mientras notaba que su mano sentía como su estómago se revolvía bajo Ella. Jude no se había dado cuanta que él llevaba unos segundos con la mano posada en su estómago. Por lo que la quitó de inmediato al ver que notó que estaba hambrienta.

Jude asintió y empezó a caminar toqueteando sus dedos. Lo cierto era que, estaba nerviosa. Después de todo Aegan sabía sacarle a la luz la personalidad que solía esconder con perfección.

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⏰ Última actualización: Jun 16, 2023 ⏰

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