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"Solo un loco siempre entiende a otro loco"

"Dark.E.V"

Estaba claro.

Más que el agua.

Después de todo, las estupideces de Aegan, la manera en que Aleixandre obedecía a el susodicho, Melanny y su intensa forma de manipular, Jude y su venganza, yo y mi...

Maldita sea, odio admitirlo pero así era. Era una estúpida obsesión con mi prima.

Era lo que más odiaba de mí, después de todo, Jude tenía razón, yo era un idiota. Y lo peor de todo es que me arrepiento una y mil veces de lo que le hice. Si tuviese la oportunidad de regresar el tiempo, sin pensarlo dos veces, la elegiría a ella.

Pero no puedo, y esa no era la peor parte, lo peor es que Ivy fue quien resultó herida, y a mí me tenía destrozado esa desgracia.

(*************)

Todos sabíamos que éramos personajes literarios, bueno, casi todos.

Jude, Aegan, Artie y yo.

¿Y por qué digo "Éramos"?

Porque simplemente, ahora no lo somos.

Nadie lo sabe, ni Hermione lo había deducido que estaba metida en esa tramoya. Suena loco, pero así era. Un día éramos personajes de un libro, y al otro, estábamos hechos de carne y hueso en la vida real.

Ese día fue épico. La luz del sol se colaba por la ventana de esa habitación. Me pareció extraño haber despertado en un lugar que no tenía idea de quién era, o en donde estaba ubicado. Sin embargo, cuando empecé a levantarme de aquella cama, la familiaridad me cubrió completamente.

Los libros en aquellos estantes, las paredes grises, las persianas negras, las fotos de distintos lugares en aquella pared, absolutamente todo se parecía a mí habitación. Pero estaba claro que no era mía.

Y si lo era, ¿Por qué no lo recordaba?

Cuando me deslicé de la cama, me dirigí hacia una puerta, supuse que me daría acceso al cuarto de baño, y no me equivoqué.

Lentamente, caminé hasta el espejo del lavabo y no pude creerlo.

Mis ojos dieron con el reflejo de aquél espejo, observé mi cara y noté que, yo era real.

Yo era, Adrik Cash.

Me asusté un poco porque, obviamente yo era un personaje ficticio, pero de alguna forma, ahí estaba, en carne y hueso. Ya no era el del libro, ya no era el que era narrado, esa vez sí estaba presente en la vida, de pies a cabeza, vivito y coleando.

Duré unos segundos observando mi manos, mi cuerpo, mi cara etc. Estaba asombrado, y más que asombrado, estaba atónito.

Salí del baño cuando mi mente empezó a indagar y buscar respuestas.

¿De verdad era real?

Si así era, ¿En dónde rayos estaba?

¿Estaba loco o que mierda me pasaba?

Mi estómago empezó a rugir y salí de la habitación, necesitaba comer algo y esa característica de mi estómago vacío era la viva verdad que estaba vivo.

Después De Todo, Seguimos Siendo MentirososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora