Capítulo 12: vida o muerte

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Severus sujeto a su hijo de una mejor forma para evitar que se cayera. Snape miro a su hijo: estaba pálido, aún salía espuma de su boca y sus músculos se movían de forma errática. Un terror como nunca inundó la mente del pocionista, no podía dejar que su hijo muriera! No por su culpa! Era por estas cosas que jamás había querido tener hijos, no estaba capacitado para tener hijos, y esto que estaba pasando era la prueba de ello. No había tenido a Harry ni dos días y ya se estaba muriendo en sus brazos!!

—Severo!!! — grito Ana a su compañero

Severus volvió a la realidad para ver a Ana parada frente a él muy preocupada.

—Tenemos que irnos! Ahora —ordenó Ana tomando a Snape por el brazo y desapareciendo con el

Severus y Ana se aparecieron en un enorme salón sumamente lujoso, las paredes eran blancas y negras. Severus corrió detrás de Ana hacia la enfermería de la mansion, las alas negras de Snape brotaron de su espalda y salió suspendido en el aire, cruzando todo los pasillos de golpe se posó en el último piso. Allí al final del pasillo había una puerta enorme como la del vestíbulo de Hogwarts. Snape y Ana corrieron hacia allí y abrieron la puerta sin tocarla. Entraron en la enfermería y dejaron a Harry en una cuna, aún se retorcía en ella y parecía tener problemas para respirar

—Silrah que pasó? — llegó la voz de una mujer cerca de ellos

Snape se giro para ver a Anabelle, vestía un uniforme de enfermera color celeste y miraba preocupada al bebé en la cuna

— Harry estuvo en contacto con un gato en su primera transformación — anuncio Snape con los dientes apretados.

Anabelle le fulminó con la mirada y corrió el poco espacio que había entre el bebé y ella. Bell comenzó a diagnosticar al bebe, luego de unos segundos corrió hacia un placar y lo abrió, sacando unas pociones mágicas de colores extralos. Se acercó al bebé y comenzó a administrar las pociones. Como era muy pequeño tuvo que deletrear las pociones en su estómago. Bell espero unos segundos y luego fruncio el ceño, las pociones no funcionaban. La Sylvester paso los siguientes minutos intentando todo lo que sabía para hacer que el pequeño bebé dejará al menos de tener convulsiones. A casi la hora de estar allí el bebé no mejoraba, de hecho empeoraba. Había dejado de tener convulsiones, pero estaba cada vez más pálido y ya no se movía. Snape preferia que estuviera teniendo convulsiones a que se quedará tan quito, al menos las convulsiones le indicaban que su hijo aún estaba vivo.
Durante esa hora Snape había caminado de un lado a otro desesperado, su mente viajaba de un lado a otro pensado y hechandose la culpa de lo que había pasado. Debió haber sabido que Mcgonagall estaba allí con ellos, sin embargo una vez había cometido el enorme error de permitir que la bruja pudiera entrar a sus habitaciones sin que sus alarmas y hechizos le avisarán. Ese error le estaba costado la vida a su hijo en estos momentos. Snape se desplomó en una butaca de cuero negro y brillante, sus manos cubrieron su rostro para ocultar sus lágrimas. Ana se acercó a él

—Severus— llamo amablemente la mujer — no es tu culpa...

Snape bufa incrédulo

— si lo es... Si no hubiera dejado que mi querída madre entrará en mis habitaciones sin mi permiso, mi hijo estaría bien en estos momentos— explico Severus

Ana lo miro confundido

—hablas de Minerva ? Que tiene que ver ella en esto? Harry estuvo en contacto con un gato no con Minerva

Snape levanto la vista hacia su amiga.

— los magos tenemos una habilidad. Podemos convertirnos en animagos —explico Snape a Ana —si estudiamos lo suficiente podemos tomar una forma animal que va ligada estrellamente con nuestra personalidad....

Sylvestre (Severitus) Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora