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Japón, 1983.
Soobin fantaseaba en visitar Tokio desde que era un pequeño, lo dibujaba constantemente en su block o en cualquier hoja de papel que se cruzara, leía sobre el sitio en la vieja biblioteca, se fascinaba con narraciones de cada cosa, ¡Oh! Y los regalos que le traían de tan magnífica ciudad le originaban aún más emoción e ilusión acerca de lo que ofrecía la capital. Sin embargo, nada se compara con el estar ahí por su cuenta, apreciando con ojos abiertos y brillantes la majestuosa capital de Japón. Todos sus sentidos concentrados en semejante esplendor de magnificencia.
Las cientos de luces y la tecnología, los autos más actuales, las cientos de tiendas para cada cosa imaginable, la cantidad de bullicio y personas en las calles, todo era un constante movimiento que parecía incrementar mientras más se metía el sol en el horizonte. La ropa era el último grito de la moda según el estilo de cada ciudadano, tan pulcros y sofisticados, hasta se sentía un poco insulso frente al resto; lo gratificante es que nadie parece notarlo, sumergidos en su propio mundo.
Nunca había viajado, no había salido más que a sitios cercanos entre los límites del pueblo, más que nada por el dinero. Era independiente, pero la ciudad era otro nivel de aventura. Aún así, estaba tan ensimismado que no daba tiempo a ponerse nervioso por la inexperiencia de un joven turista de pueblo pequeño.
Soo llegó al edifico de su amigo para no agotar mucho dinero en hospedaje, fascinado con lo pulcro y bonito del minimalista espacio. Era un departamento modesto para dos personas, pues ya Kai le explicó que lo comparte con un compañero de piso que, actualmente, estaba de viaje en su país natal por las próximas festividades, por lo que ahora tienen comodidad para ambos, no había problema.
Igualmente era alguien adaptable, no pretende ir a molestar a una casa ajena, y menos al amable dongsaeng que le abrió sus puertas con desinterés; que va, Soobin era muy sencillo, se conforma con estar ahí cumpliendo uno de sus sueños más dorados.
Huening le mostró el entorno con cálidas sonrisas, era un chico centrado, pero adorable a su manera, un contraste único que le hace sentir familiarizado y en confianza, incluso cuando Soo tiene problemas para confiar en los demás. Es fácil con Kai.
Le ayudó con las maletas y le asignó la habitación de su roomie, ya le había avisado a éste y no tuvo problema, puesto que le explicó que Soobin era decente y muy ordenado.
Siguió el consejo de llamar a su padre apenas arribaran a la capital, por supuesto que éste estaba enojado y alterado por su escapada, lo tuvo que persuadir y le juró regresar para el domingo en la noche, cien por ciento seguro de que se llevaría un gran regaño en persona. Lo que le atrapó particularmente la atención, fue que su padre sonó algo ansioso, como si algo le intranquilizase. No supo si era porque él se marchó sin conocimiento a la ciudad o si se trata de otro tema, a lo mejor está exagerando y viendo reacciones no existentes en el hombre.
¿Qué tendría que temer Namjoon de que Soobin esté en Tokio? No tiene lógica.
Hyuka interrumpe sus pensamientos al elevar su voz desde la cocina, sirviendo la comida que pidieron por teléfono en lo que Soobin ordena la pequeña mesa.
–Mañana será la exposición por la noche, los sábados se llena más la galería. Habrán varios artistas locales principalmente, no hay competencia con concursantes famosos, sino una demostración con talentos en ascenso – expone con diligencia, no saltando ningún punto –. Es una oportunidad para darles reconocimiento, algo de dinero y contactos, además de recomendaciones y orientación personalizada.
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* Daydream * YeonBin (Yeonjun & Soobin, TXT)
Fanfiction***🌼*** Me haces soñar incluso cuando es de día, cariño. Cada día, Yeonjun espera ansioso la mejor parte de sus vacaciones de verano, su encuentro en el prado con su persona favorita: Choi Soobin, el hijo de su profesor de piano en aquel pueblito j...