Levi no podía creer lo que acababa de escuchar. Hinata, la chica de sus sueños, la única que le hacía sentir algo en su frío corazón, acababa de confesarle sus sentimientos. Y no solo eso, sino que le había besado con pasión y ternura, dejándole sin aliento.
¿Cómo había llegado a esta situación? Recordó los últimos meses, en los que había conocido a Hinata por casualidad en una librería. Ella estaba buscando un libro de fantasía, y él se lo había recomendado. Desde entonces, habían empezado a hablar por mensajes, a salir a tomar café, a ir al cine... Y poco a poco, Levi se había enamorado de ella.
Pero nunca se había atrevido a decírselo. Era demasiado tímido, demasiado inseguro, demasiado consciente de sus defectos. Pensaba que Hinata merecía a alguien mejor que él, alguien más joven, más guapo, más divertido. Por eso, se había resignado a ser solo su amigo.
Pero Hinata no pensaba lo mismo. Ella también se había enamorado de Levi, de su inteligencia, de su sentido del humor, de su bondad. Y estaba cansada de esperar a que él diera el primer paso. Así que un día, después de ver una película romántica en el cine, se armó de valor y le confesó sus sentimientos.
Levi no supo cómo reaccionar. Estaba tan sorprendido, tan feliz, tan asustado... ¿Y si era una broma? ¿Y si se arrepentía? ¿Y si le rompía el corazón? Pero antes de que pudiera decir nada, Hinata le besó con todo el amor que sentía por él.
Y entonces, Levi supo que era real. Que Hinata le quería de verdad. Que él también le quería. Y que no iba a dejarla escapar.
Así que le devolvió el beso con la misma intensidad, abrazándola con fuerza. Y le susurró al oído:
- Te quiero, Hinata.
- Yo también te quiero, Levi.
Y sonrieron, mirándose a los ojos con ternura y complicidad. Habían encontrado el amor en el lugar más inesperado.
