Hinata miraba las estrellas desde el tejado de la casa donde se hospedaban. Era una noche tranquila y despejada, y ella sentía una paz que hacía mucho no experimentaba. Estaba cansada de la guerra, de los titanes, de la muerte. Quería algo más, algo que le diera sentido a su vida.
De pronto, escuchó unos pasos detrás de ella. Se giró y vio a Levi, el capitán del escuadrón de reconocimiento. Era un hombre serio y frío, pero también valiente y fuerte. Hinata lo admiraba desde que lo conoció, pero nunca se atrevió a acercarse a él. Era demasiado intimidante y distante.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó Levi con su voz ronca.
-Estaba mirando las estrellas -respondió Hinata con timidez.
-¿Las estrellas? -repitió Levi con curiosidad.
-Sí, me gustan mucho. Son tan bonitas y brillantes. Me hacen sentir que hay algo más allá de este mundo cruel.
Levi se acercó a ella y se sentó a su lado. Hinata se sonrojó y bajó la mirada.
-No sabía que te interesaban esas cosas -dijo Levi.
-Bueno, yo... -balbuceó Hinata.
-No te avergüences -la interrumpió Levi-. Es bueno tener sueños e ilusiones. Yo también los tengo.
-¿De verdad? -preguntó Hinata con sorpresa.
-Sí, claro. Aunque no lo parezca, yo también soy humano -dijo Levi con una leve sonrisa.
-¿Y cuáles son tus sueños? -quiso saber Hinata.
Levi la miró fijamente a los ojos y le tomó la mano.
-Mi sueño eres tú -le confesó.