Capítulo 7

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Extraños sueños


Matteo

Cerré la puerta. Estaba un poco impresionado. Ivanna... Ivanna me había dado las gracias, muy raro de ella siendo sincero y, aparte de eso, me había agarrado la muñeca para detenerme, definitivamente las descargas eléctricas le habían afectado el cerebro.

Sentía algo raro, un cosquilleo. Voltee a ver mi muñeca y con la otra mano la toque, no sabía cómo explicarlo, por alguna extraña razón se me hizo más conocido de lo normal. Tal vez porque antes habíamos tenido contacto físico <en peleas> pero era contacto físico. Decidí no darle tanta importancia.

Me dirigí hacia mi habitación. Abrí la puerta y entre. Me fui directo al baño para empezar a quitarme la camisa y cambiarme por algo más cómodo. Al terminar me fui a la cama. Me tumbe en la cama y junte mis dos manos poniendo las arriba de mi abdomen. Me sentía raro, una sensación extraña. Desde la cena me sentía así y no sabía que pensar al respecto.

-- Vamos, no seas aburrido - me decía una niña.

-- No quiero helado, se ve asqueroso.

-- Eres repugnante.

-- ¿Gracias?

-- ¡Por favor, ni lo has probado!

-- Y ni quiero - conteste.

-- Pruébalo, hazlo por mi ¿vale? - me miraba con unos ojos de cachorrito.

No contestaba. Solo me le quedaba viendo, admirándola, era muy bonita y, más cuando me pedía que hiciera algo por ella. No me podía resistir a ella. A sus encantos.

-- Vale, pero si no me gusta me las vas a pagar.

Ella solo sonrió para luego jalarme de la muñeca y llevarme al señor que vendía los helados.

-- Hola ***** ¿Qué sabor vas a querer? - pregunto el vendedor.

-- Yo uno de fresa y - me volteo a ver - para el uno de chocolate.

-- Ahora te los doy.

El vendedor le dio los dos helados a esa niña. Ella me miro y me extendió un palo con una bola color café.

¿Eso es helado? Que asco.

-- Ey cumple tu trato - me miro mal.

-- ¿Quién dijo que no lo cumpliría?

-- No ocupas decirlo, tu forma de ver el helado y de no agarra lo me lo deja todo claro - sentencio.

Que observadora.

-- Dame eso y terminemos con este sufrimiento.

Me tendió el helado y lo agarre. Ella se me quedaba mirando mientras yo dudaba si comerlo. Al finar lamí el helado.

-- ¿Y bien?

-- Se me congelo el cerebro.

-- ¿Cuál cerebro? Ni tienes.

-- Que graciosa - me calle y la mire - tenías razón, sabe rico.

-- ¡Te lo dije! - sonrió orgullosa de sí misma mientras me miraba a los ojos.

Irresistible ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora