Loid estaba atrapado en sus pensamientos, con las manos cruzadas en su regazo, cuando la llegada de Bond lo sacó de su ensimismamiento. El perro apareció con una pelota en la boca, moviendo la cola con entusiasmo.
—¿Quieres que la tire de nuevo? —le preguntó, sonriendo con comprensión. Debido a sus horarios tan ocupados, las salidas al parque eran pocas. Hacía meses que no paseaba a Bond solo—. Perdón, he estado distraído. No es algo habitual, ¿verdad?
Bond se sentó junto a él, apoyando la cabeza en su pierna y mirándolo desde abajo. Aunque podría parecer una tontería, Loid interpretó aquello como una invitación para hablar.
«Claro, Bond, sé que no entiendes esto, pero a veces siento que Twilight y Loid se están mezclando. No sé cuándo sucedió; tal vez fue cuando llevé a Yor y Anya».
El viaje en el crucero había sido su primer momento de cambio, lo cual era curioso, ya que la experiencia en general había sido todo menos relajante. Pero al recordarlo, una sonrisa iluminó su rostro. Cargar a su esposa e hija exhaustas podría haber parecido ridículo, pero para él y su familia era algo normal.
Según su propia regla, no debería haberse apegado a nadie. La imagen fuerte y famosa que había construido durante una década, con el objetivo de no sentir nada y siempre priorizar su trabajo, se estaba desmoronando.
Podría haber esperado que él se diera cuenta y retrocediera. Pero no quería hacerlo.
Twilight se puso de pie en silencio, con Bond siguiéndolo de cerca.
—Alguna vez te lo he dicho, ¿verdad? —preguntó con una sonrisa—. Deberías ser más cauteloso. Recuerda que hay alguien en casa que estaría muy triste si algo te pasara.
Fue extraño ver cómo el perro se acercó y se sentó, mirando el parque como si estuviera pensando en algo. Twilight lo observó, preguntándose si Bond tenía algún poder especial, porque parecía entender lo que le decía. Pero luego pensó que quizás había sido demasiado obvio al hablar.
—Entonces —dijo Loid, poniendo su mano sobre la cabeza del perro—, ¿quieres jugar? —agregó en voz baja, y notó que la cola de Bond se movía de repente, lo que le hizo sonreír—. ¡Vamos!
Dejó que la pelota se deslizara de su mano, sintiéndose feliz y sin preocuparse por las sombras del espía que aún resonaban en su mente. Las inquietudes que lo habían atormentado desaparecieron, permitiéndole disfrutar de la sensación de ser un dueño que juega con su perro.
Estaba seguro de que nunca se desharía de esa sensación.
De repente, Bond se lanzó y saltó para atrapar la pelota. Twilight bufó y pateó un poco el suelo por el peso adicional, pero también sonrió. No era una sonrisa como las de siempre, sino una sonrisa auténtica y expresiva, algo que no había sentido desde su niñez.
—Es un poco raro, ¿no? —señaló Loid, con los ojos bien abiertos—. Estás acostumbrado a verme así con Anya.
Sorprendentemente, Bond negó con la cabeza.
—¡Borf!
Twilight le lanzó una mirada de reproche.
—Podrías haberme dicho eso antes, ¿no?
El perro esperó a que Loid parpadeara un par de veces antes de frotar su cabeza contra su mejilla. Su dueño aceptó el gesto y le acarició la cabeza.
—Volvamos a casa —exclamó Loid mientras se levantaba—. Tenemos que preparar la cena.
Bond ladró en respuesta antes de colocarse a su lado, mirándolo con interés. Loid soltó una carcajada ante la situación, ajustó la correa y le dio a su perro una mirada divertida antes de comenzar a caminar, dando por terminado su paseo.
Nota de la autora: Mientras volvía a escribir algunas cosas, se me ocurrió adónde quiero llegar con esta historia. Por ahora, sigamos con la aventura en el siguiente capítulo.
Ciao.
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Quizás
FanfictionLa carrera de Twilight como espía había sido una parte importante de su vida durante más de diez años. Pero, mientras trabajaba en la Operación Strix, comenzó a preguntarse si su identidad se limitaba solo a eso. ¿Quizás había más...?