Capítulo 3

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El atardecer en 128 Park Avenue estaba nublado y tranquilo

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El atardecer en 128 Park Avenue estaba nublado y tranquilo. Bond descansaba en medio de la sala, agotado por el paseo. Loid se ocupaba del pollo sazonado y escuchaba el sonido del televisor en el canal de noticias hasta que oyó el tintineo de las llaves. Suspiró y se animó, saludando a su esposa e hija cuando entraron.

Tras un breve intercambio de palabras y después de abrazar a Anya, Loid vio cómo cada una se dirigía a su habitación, mientras él comenzaba a buscar los cubiertos para poner en la mesa. Pero su tarea fue interrumpida por una presencia detrás de él. Se giró y se encontró con Yor, quien lo miraba con una dulce sonrisa en el rostro.

—¿Necesitas una mano? —preguntó Yor con una sonrisa amable, acercándose para recoger algunos cubiertos.

—Gracias, Yor —dijo Loid, contento por la ayuda.

Comenzaron a poner la mesa en silencio, pero había una extraña tensión flotando. Loid, sintiendo que la atmósfera se volvía más densa, decidió romper el hielo.

—¿Hay algo que te preocupe?

Yor observó de un lado a otro con torpeza.

—Hablaremos más tarde, ¿no?

—Claro —dijo Loid, asintiendo con calma—. No te preocupes. No ha pasado nada grave.

—¡No! —exclamó Yor, tomando aire rápidamente, como si un torrente de palabras estuviera a punto de salir—. Quiero decir... ¡Sí, quiero hablar! ¿Quieres ver mis uñas?

La pregunta sorprendió tanto a Loid que incluso su faceta de espía levantó las cejas.

—¿Tus uñas? —repitió, incapaz de ocultar su extrañeza.

—Sí, mis uñas —confirmó ella con una sonrisa tímida, extendiendo la mano hacia él. El suave tono rosa llamó la atención de Loid—. Anya sugirió que sería divertido que hiciéramos juego con nuestros colores de uñas. Además, sé que es un tono que la escuela permitirá.

Mientras observaba las uñas, una sonrisa se dibujó en el rostro de Loid. A pesar de llevar varios años casados, su relación no siempre se había adentrado en detalles íntimos. La idea de prestar atención a las manos del otro era una novedad.

—Los colores no son demasiado llamativos. Anya podrá llevarlos sin problemas.

—¡Oh, qué alivio! —admitió Yor, su sonrisa radiante iluminando su rostro—. A Anya le encantó cuando las hicimos y... —tomando una bocanada de aire, continuó—. Me siento renovada con esto.

Twilight arqueó una ceja, intrigado por la palabra que Yor había utilizado. Sus ojos se posaron en las uñas de su esposa, cuestionando si había un significado más profundo. Repentinamente, una idea comenzó a gestarse en su mente: dado el nuevo enfoque que estaba adquiriendo en su vida, tal vez sería apropiado renovar algunas cosas. En su trabajo, siempre se valoraban las actualizaciones como una señal de crecimiento, y la idea de hacer lo mismo en su relación lo llenó de determinación.

—Esto merece verse especial —dijo con una sonrisa, decidido a dar un paso más allá.

Yor se sorprendió por el comentario de su esposo. Había algo en su tono que sonaba diferente, como si algo hubiera cambiado en su percepción.

Durante todo el tiempo que había pasado con Loid Forger, había sentido que una parte de él estaba escondida. Era como si tuviera un mundo interior aún por explorar, y eso la intrigaba. Siempre había creído que ella misma era la que cargaba con más secretos e inseguridades, pero ahora se daba cuenta de que su esposo también parecía tener sus propios misterios.

Pero la relación entre ella y su esposo estaba cambiando. Loid se había convertido en alguien en quien podía confiar, y eso le había permitido ganar una confianza en sí misma que iba mucho más allá de lo que había logrado en sus años de adolescencia.

—¿Y cómo sería eso? —exclamó Yor, llena de curiosidad. Para ella, Loid era como un verdadero tesoro en un mundo complicado—. ¿Qué te parece?

Loid se dispuso a responder, sumido en sus pensamientos sobre cómo podrían representar esa conexión, cuando de repente su hija, Anya, apareció en la entrada del pasillo.

—¿Estaban coqueteando? —preguntó con una risa contagiosa, como si hubiera descubierto un secreto divertido.

Yor chilló y se alejó, sintiéndose incómoda ante la intuición de su hija. Loid, por su parte, trató de calmarse, respirando hondo para ocultar su sorpresa. Sabía que estaba mejorando, pero aún le costaba lidiar con la perspicacia de Anya.

—Estaba viendo las uñas de tu mamá —respondió Twilight después de lo que pareció una eternidad.

Anya soltó una risa divertida. Era curioso cómo últimamente había notado que su papá parecía decir lo que pensaba, algo que no solía hacer antes. Lo veía más auténtico.

—¡Papi! —exclamó Anya—. ¿Quieres ver las mías? La señora que me las pintó dice que hacen rebalsar mis ojos.

—Es "resaltar", Anya —la corrigió, pero lo hizo con cariño—. Está bien. Pero recuerda que la cena será pronto.

En ese momento, Yor decidió intervenir. Había estado controlando sus emociones durante toda la conversación, tratando de mantener la calma.

—Oye, Loid —sugirió—. ¿Por qué no te quedas con Anya? Puedo encargarme de terminar la cena.

—¿Estás segura? No quiero presionarte.

Fue justo entonces cuando Yor sonrió con calidez y, de manera juguetona, empujó a Loid en dirección a la sala.

—Está bien, voy con Anya —concluyó Loid, dejando escapar una risa suave y relajada.

Anya gritó de alegría mientras corría hacia el televisor, olvidando por completo el asunto de las uñas. La escena, tan llena de cariño y complicidad, hizo que Loid mirara a su esposa y a su hija.

Ya no podía imaginarse separándose de Yor y Anya.

Nota de la autora: Hemos visto más de Loid más centrado con su nueva perspectiva

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Nota de la autora: Hemos visto más de Loid más centrado con su nueva perspectiva. Es algo que Yor Y Anya notan porque son quienes lo hacen tener algo importante: tranquilidad.

Es posible que, si sigo a buen ritmo, terminé esto más rápido de lo que creí.

Ciao.

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