Twilight se sentía incómodo y nervioso mientras preparaba y servía la cena. Normalmente, cocinaba con una sonrisa para su familia, pero esa noche todo parecía alargarse.
El recuerdo del regaño de Nightfall pesaba en su mente, haciéndolo sentir aún más desbordado. Asumía que le había enseñado a ser mejor que eso, pero ella parecía pensar que lo que él hacía estaba mal. Y, en realidad, lo estaba. Se había dejado llevar por sus sentimientos, que ya no podían ocultarse, y ahora Loid Forger estaba superando a Twilight.
Quería convencerse de que las cosas eran diferentes, pero, al final, lo único que tenía claro era que estaba comprometido.
Pero decidió dejar de pensar en eso. Sylvia ya comprendía su relación con la familia Forger y la Operación Strix, y eso era lo más importante. Además, su misión continuaría mientras Anya siguiera ganando stellas como lo había hecho hasta ahora.
El resto de la noche quería compartirlo con Yor, quien, justo cuando entró en la habitación, el lugar que habían llamado suyo durante más de una semana, ella se levantó de la cama, como si hubiera captado que la quería.
—Yor —murmuró él, deslizándose hacia ella, encontrándose a mitad de camino.
El gesto hizo que su esposa se estremeciera, no solo por el movimiento, sino por la avalancha de sentimientos que invadían el aire.
—Loid —respondió ella, antes de acortar la distancia entre ellos con un beso lleno de pasión.
Twilight no era ajeno al tema de la intimidad. A lo largo de su carrera, había aprendido a emplearla como una herramienta, sin importar quién fuera la persona. Sin embargo, en ese momento, no podía evitar que una punzada de incomodidad le recorriera el pecho. Yor no era un objetivo más en su misión. Yor era su esposa. Una mujer de la que, en los últimos días, había descubierto más cicatrices de las que le habría gustado ver. Ella las veía como un recordatorio constante de la guerra y de todo lo que había perdido, pero también como una prueba de lo que había logrado sobrevivir.
Cuando Yor le habló de esa manera, su corazón palpitó con fuerza. Desde entonces, cada vez que sus dedos rozaban esas cicatrices, las besaba con una pasión que hacía que su esposa se estremeciera.
Esa noche no fue la excepción.
Se exploraron por completo. Piel contra piel. No era solo una búsqueda de conexión, sino algo más profundo. Twilight sentía que por fin podía expresar los sentimientos que siempre había guardado cada vez que tenía a Yor frente a él. Ella respondía con pasión, y él no dejaba de agradecer a la vida por haber coincidido en aquella sastrería.
Las manos de Yor le sujetaron sus mejillas con ternura. Su cabello le rozó la nariz cada vez que se acercaba más. Y la risa que salía de sus labios cada vez que él le preguntaba si estaba segura de seguir adelante eran cosas que sabía, sin duda, que jamás dejaría de amar.
Cuando llegaron a la cima, Loid apenas evitó caer sobre Yor. Se movió hacia un lado de la cama, ambos luchando por recuperar el aliento. Su corazón latía con tal fuerza que no solo lo sentía, sino que podía escuchar su propio pulso retumbando en sus oídos. Y, si se concentraba lo suficiente, creía que también podría escuchar el de su esposa.
—Uh, Loid —dijo Yor con una voz cansada. Sus piernas parecían flácidas sobre las sábanas desordenadas, prueba de la intensidad del momento—. Eso fue...
—Sí, eso —respondió él, todavía recuperándose.
—Esto es raro, ¿sabes? —comentó en voz alta, su mano deslizándose lentamente sobre su estómago, causando que un escalofrío recorriera su piel—. Esto. Tú y yo.
—¿Quieres decir nuestra relación? —preguntó Loid, intentando comprenderla—. No debería ser extraño, ¿verdad? Somos solo dos personas que se quieren y están juntas —dijo, tratando de explicarlo—. Pero supongo que te refieres a todo lo que hemos pasado.
Yor asintió, confirmando lo que su esposo ya sospechaba. Aunque él había aclarado ciertos aspectos, como el origen de Anya y la inexistencia de una esposa anterior, ambos sabían que no todo había sido revelado.
Quedaban secretos enterrados en el corazón de la familia Forger. Algunos de esos secretos, ni siquiera ellos los conocían.
El simple pensamiento de todo eso dejó a Twilight devastado. Sus planes de apartar su mente del espía, de la Operación Strix, y de abrazar lo que le ofrecía ser Loid, se vieron interrumpidos por la realidad. La línea que había comenzado a desdibujarse no era tan fácil de borrar. Estaba ahí, apareciendo en los momentos más inoportunos.
Pero justo cuando pensó que caería de nuevo, sintió el peso de Yor contra su hombro. Ella no dijo una palabra, pero tomó sus manos, entrelazándose con las suyas.
—¿Yor? —preguntó él, sintiendo un nudo en la garganta por el gesto.
—No importa, ¿sabes? —respondió Yor, su voz tranquila, como si los momentos de intensidad que habían compartido diez minutos atrás no hubieran existido—. Nos vamos a entender, eso es algo que tengo claro. Al menos, yo siempre lo pensé desde que te conocí.
Loid se inclinó hacia la cabeza de Yor, apoyando su mejilla en su cabello oscuro.
—¿Crees que me entenderás?
—¿Y por qué piensas que no?
Entre un bostezo y una risa suave, Loid tomó a Yor y la abrazó, llevándola hacia él. Al principio, ella se sintió un poco confundida, no entendiendo del todo el gesto, pero al ver la sonrisa de su esposo, se relajó.
Quizás no necesitaban palabras, al menos no en ese momento.
Nota de la autora: Esta es la conclusión definitiva de Quizás. Este último extra puede sentirse raro, pero como dije antes, los extras son parte de una secuela que no publicaré.
Estoy feliz de poder darle una nueva revisión a mi primera historia de Spy x Family y añadir más contenido. Siempre le estaré agradecida por haberme llevado tan lejos en este fandom.
Nos leemos en otra historia.
Ciao.
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Quizás
FanfictionLa carrera de Twilight como espía había sido una parte importante de su vida durante más de diez años. Pero, mientras trabajaba en la Operación Strix, comenzó a preguntarse si su identidad se limitaba solo a eso. ¿Quizás había más...?