—Ya veo... no somos de aquí, y tampoco sabemos qué nos pasó —¿Sabes? —estamos confundidos, si tenemos alguna duda sobre lo que nos pasó o la ubicación de este lugar.
—Tal vez la gente del pueblo podrá responder a nuestros cuestionamientos —¿No te parece? —Por otra parte, necesito saber si estas herido, o lastimado — ¿Te duele o te incomoda algo? —Cuestionando.
—Me duele el cuerpo, sobre todo la columna y mi cadera, también me siento mareado —No es nada grave, esto se debe al choque y la sacudida —Respondiendo con calma, aquel chico de ojos verdes.
Sus palabras me hicieron sentir con mayor ímpetu, ya que él no está en peligro.
Por una parte y por la otra, prefiero presentarme, así, ambos dejaremos de ser extraños, de esta manera habrá mucha confianza y me dirá si le duele o sucede algo.
Lo miro directamente, le estiró lentamente mi mano.
Aquel responde inmediatamente a mi saludo, estrechando ambas manos a la par, este logra sacar una sonrisa aliviada, sin preocupaciones.— ¡Mucho gusto! —Soy Fernando André Eduany Maciel —¿Cuál es tu nombre? —Respondiéndole.
—No lo recuerdo bien, no lo sé realmente con acierto, mi único nombre es Jonathan—Confirmando el Caucásico.
— ¿Es todo lo que recuerdas?
—Veamos...
—¡Eh! —¿Tienes alguna tarjeta de presentación? —Sé que sonara estúpido, pero encontré algo —Diciéndole—. Saco la tarjeta blanca del bolsillo mostrándola lentamente. Jonathan toma el papelito, al mirarla le da cierta impresión, alza ambas cejas a la par, asintiendo con la cabeza.— ¡Guao! —Esto es muy bueno —¿Crees que yo tenga un papel como el tuyo? —Mencionando, el chico de ojos verdes.
— ¡No lo sé! —Será mejor que te revises —Confirmándole—. Alzo ambas cejas sonriendo de forma dispareja.
Aquel quiere salir del auto, lo auxilio ayudándolo para que pueda levantarse, lo acompaño, dejándolo a unos cuantos metros del carro.
Este comienza a revisarse, pasando una de sus manos sobre las bolsas traseras de su pantalón, primero lo hace con su bolsillo izquierdo, hasta impresionarse, en el momento que saca un papel blanco del saco derecho.
El castaño lee el papel de inmediato, alza la mano con el otro papel, comparándolo junto al suyo, por un momento se quedó estupefacto, sin saber qué decir, aquel me alzo la mirada con cierto asombro.—¡Vamos, me estas espantando! —Déjame leer tu papel —Denotando. Le quitó ambos papeles, mientras él tiene la boca entreabierta, no se le escapa una sola palabra.
«¿Qué le ha pasado?»
—¿Así que eres Jonathan Córcega Castañeda? —Un mexicano de 24 años y se encontraba en la coordenada 215° grados —¡Vaya! —Una menuda presentación —¿No te parece? —Remito, dejando escapar una risa pequeña.
[ Risa en voz baja.]
Al revisar detenidamente su tarjeta, me quedo atónito, guardando ambas en mi bolsillo, alzo mis manos apretando de mi cabello con un poco de fuerza, mis ojos los mantengo más abiertos, mirando al pavimento con la mente en blanco.
Me siento asustado, me he dado cuenta de que ambos tenemos las mismas tarjetas y no sé si sea una coincidencia, no es lógico, ambos estábamos lejos a muchos kilómetros y despertamos desubicados.— «¿Qué mierda está pasando?»
—Ahora no hay tantas dudas sobre mi origen — ¿Verdad? —Yo también estoy impresionado —Pregunta el chico alto.
— ¿Doscientos quince grados? — ¿Eso lo dijiste de broma o realmente venía en la tarjeta? —Pregunta Jonathan—. Con cierto desconcierto.
—En verdad está en ambas tarjetas, yo tengo en la mía 110° grados —El dato se ve muy pequeño, incluso parece estar señalado con lápiz —Menciono.
—Si es algún tipo de ubicación o coordenada secreta deberíamos buscar su procedencia —¿No lo crees? —Señala el chico de ojos verdes.
—Luego le buscamos la solución a los grados, por el momento, debemos atender asuntos más importantes como tu salud y encontrar un carro nuevo —Aseguro.
Para quitar un poco la angustia y la intriga, prefiero cuestionarlo con algunas cosas sobre su físico, así estaremos en un ambiente más ameno y lleno de confianza.— ¡Guau estás muy alto! —Déjame adivinar, tal vez 1.80 o 1.84 cm? —¿Verdad? —Menciono, con cierta curiosidad.
[El muchacho se sorprende.]
—1.83 cm, pero gracias por notarlo, por cierto —¿A dónde vamos? —Pregunta Jonathan.
—Hay un poblado cerca de aquí, así que no te preocupes, pediremos ayuda a los locales, al llegar allá —Confirmando—. Sonrió a medias, alzando el pulgar
Jonathan es un chico alto de 1.83 cm, tiene 24 años, su rostro tiene la forma de un diamante, es de cejas pobladas, labios finos, su nariz es corta y delgada de tipo asténica.
Sus ojos son redondos, lo peculiar de ellos, es el tono verde claro con destellos de ámbar, su piel es blanca, parece ser lampiño, su cabello es de color castaño totalmente rizado.
Hay un lunar cerca de la punta de su labio superior, su complexión es atlética, se viste con unos joggers negros y una playera blanca de manga larga, usa tenis deportivos color blanco.—Por cierto, Fernando, pasamos algo por alto
—Puedes decirme...
—¿Por qué estamos hablando el mismo idioma? —Se supone que deberías hablar portugués y yo el español, usamos el mismo lenguaje y nunca nos dimos cuenta hasta ahora —Ratificando el castaño—. Aquel me mira totalmente desconcertado.—Ni lo digas, no lo había pensado de esa manera, incluso, está de menos hablar el mismo idioma — ¿No? —Espero que los del pueblo o algún forastero se comuniquen de la misma manera —Aludiendo—. Procedo a rascarme la sien, entre la frente, la oreja y mi mejilla.
—Bueno, ya deberíamos irnos, pero debo decirte algunas cosas, ya que son muy importantes.
—Mira, si llegamos a encontrarnos a otros lugareños o extraños, no mencionaremos ni una palabra de esto —¿Vale? — No diremos sobre los papeles, como despertamos, como nos conocimos, o si hablamos el mismo idioma
—A menos que llegasen a tener las mismas cualidades que nosotros —¿Correcto? — Si fuera así, nos empezamos a preocupar porque no sería una broma, sabes...
Algo me da escalofríos, siento que este sitio no me da buena vivaracha, hay que cuidarnos bien —¿De acuerdo? —Le señalo, con gran seriedad.— ¡De acuerdo, no te preocupes! —Hay que buscar una pronta solución a esto y una casa para descansar esta noche —Este carro chocado no servirá, tal vez habrá quien nos socorre más adelante —Opina Córcega.
—Mira, sé que no puedes correr, por lo mismo del choque, yo te pediría que me esperes sentado en la orilla de la carretera, no quiero que te lastimes en el trayecto.
—Tal vez habrá un lugareño con un vehículo o un motociclista por ahí, le pediré ayuda y nos iremos — ¿Vale? — Tenme confianza, que volveré en un santiamén —Aseguro con una gran sonrisa.Jonathan me asiente con su cabeza, lo acompañó de vuelta a la orilla de la carretera, dejando mi mochila a un lado, le devuelvo su tarjeta y me guardo la mía.
Después de aquello, procedo a correr lo más rápido que puedo, alejándome del coche y del chico atlético.
Seguí mi trayecto en línea recta, volteaba por detrás y no veía a nadie, seguí continuando, hasta recorrer varios metros, incluso con los pasos me agitaba más.
Al soltar el vapor de mi boca, sentía la neblina fría y húmeda entrar por mis pulmones, tenía frío, demasiado frío, pero podría ser soportable.
Continue corriendo en aquella carretera fúnebre y sola, después de un par de minutos, la silueta de un estacionamiento se logró asomar entre la penumbra y el pesar.
Espero que sea el boleto de salida y de esta manera podamos regresar a casa; estoy a punto de llegar, hay coches estacionados y locales frente a estos...«¿Estará alguien ahí?»
«¡No creo que pueda estar solo, debe haber alguien más!»
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La Simulación: La Detonación
Science FictionDespertar en un mundo desconocido fue solo el comienzo para Fernando. Sin recuerdos de su pasado, se encuentra atrapado en una simulación distorsionada, controlada por entidades misteriosas. Pronto descubre que no está solo; otros han sido arrastrad...