Al final, me quedaba esperar a que se secaran mis botas, no tenía prisa por nada.
Me puse a observar el río, realmente era hermoso, de un tono azul turquesa y azul marino muy claro, casi traslúcido, pero muy colorido.
Aquella naturaleza jugaba con buenos tonos haciéndole compañía a los verdes y marrones del bosque.Algo impresionante fue la gran majestuosidad del río y el ambiente tan fresco, aunque no había silencio por completo.
Me encontraba rodeado entre ululatos, balidos, chirridos, zapateos, graznidos y aullidos.
Los animales componían una gran orquesta de todos los sonidos, haciendo nuevamente su presencia, tan solo, era un invitado y sé que estaba en su casa, sus sonidos solo eran la preciosa bienvenida.
A lo lejos observe algo peculiar, muy anaranjado y bonito, estaba una zorra saliendo de la madriguera, se acercó a lo lejos, escondiéndose entre los troncos, aquella me veía escondida, después de un rato se alejó al observar que no era ningún peligro para ella o sus crías.
Seguí contemplando y disfrutando mientras veía la corriente del precioso río, repentinamente me percate que flotaba una botella pequeña de plástico.
Al parecer no tenía algún contenido, me levanté de inmediato para recogerla con éxito, logre alcanzarla ya que se encontraba cercana de mí, le quite la tapa rosca cerciorando que estaba vacía.
Me di a la tarea de buscar un pequeño manantial para rellenarla, caminé descalzo a través de la arena gruesa, hasta llegar a la maleza del río.
Finalmente, a unos cuantos metros encontré el manantial, es más parecido a un ojo de agua, era precioso, alimentado por una cascada muy pequeña.Dentro del manantial, nadaban algunos peces coloridos, anaranjados y azulados, el agua estaba en su mejor esplendor, totalmente limpia y sin nada de basura, rellene mi botella dándole poco a poco algunos sorbos, se sentía tibia fresca y muy natural, la cerré suavemente.
Procedí a limpiarme con mi mano, al regresar a la orilla del río me percate, que los calcetines estaban a mitad por secarse, decidí exprimirlos, para que no escurriera alguna gota más.
Los guarde en la bolsa lateral de la mochila, era momento de partir, me coloque aquellas botas, al tener amarradas las agujetas, me postré de rodillas para guardar la botella dentro de mi mochila, la cierro revisando que no haya olvidado algo a mi alrededor, la coloque en mí, levantándome de aquel lugar.
Continúe en el trayecto, alejándome del río.
Tan sólo a un par de kilómetros, comenzó a visualizar un terreno menos empinado y cada vez aplanado, la tierra no tenía cabida alguna, no más ríos, pinos, árboles, hierba, animales, piedras, ramas o piñas de pino grandes y bruscas que pudieran entorpecer mi camino.
Comenzaban los árboles y uno que otro pino más equidistante, al tanto que llegaba a suelo firme, esto me hacía sentir muy feliz, pues sabía que lo mejor estaba por llegar...Finalmente acabó mi aventura con los animales, ya no hay bosque, el suelo era mucho más plano que podría caminar sin mayor problema, poco a poco el terreno quedaba totalmente desprotegido.
Frente a mí, a un par de metros, me hacía compañía una larga carretera, al llegar a las orillas de esta, observaba que el asfalto parecía nuevo, lo más seguro es que esté húmedo por la neblina o el sereno de la madrugada.
«No quise caminar por en medio, esto solo por precaución, pudiera pasar una camioneta o un tráiler a toda velocidad y hasta aquí me llamaría Fernando».
Continúe por la carretera a mano derecha, jugaba con el borde de la línea amarilla, pisándolo, con la intención de no salirme, más aún, lo hace más interesante la soledad del sitio y nada más que el silencio, el cual me evita las distracciones...—«¡Qué divertido!»
Después de unos cuantos minutos me empecé a sentir cansado, me senté sobre el asfalto, no me quite la mochila, ya que pesaba más con este cansancio, pude notar sobre mi trasero que el asfalto ya no estaba tan mojado, pues aquel, posiblemente ya estuviera secándose.
Hice algunos ejercicios de respiración para calmar la agitación del cuerpo, traté de hidratarme con la botella que me cargaba, saqué esta de la mochila dándole pequeños sorbos, era una sensación tan refrescante la cual recorría mi garganta con cierta frialdad.
Miraba de un lado al otro, me sentía raro al no ver a nadie, ni una sola presencia, espero no estar tan solo, llevo muchas horas caminando y nadie parece estar por el área.
Me levanté del lugar, guardando mi agua en un bolsillo del costado, sacudí la parte trasera del pantalón, sentía un poco de agua, al parecer había pedazos del pavimento que estaban húmedos y no me percate sobre ello, continúe caminando ya fastidiado.
En algún momento percibí que realmente no pasaba algún coche alguien en bicicleta, caminando o algún helicóptero, llevo más de cinco horas caminando y no encuentro a nadie.— «¡Qué extraño!»
[ Gruñidos estomacales.]
— «¡Cielos!» — «¡Tengo que domar al tigre!» —Susurrándome—. Hice un gesto de molestia al sentir los retortijones en mi estómago.
Me detuve en una roca de gran tamaño sobre la periferia de la carretera, ahí mismo me senté para comer, lleve mi mochila frente a mis piernas donde saque algunas latas de verdura que recargue en la roca, así mismo, una barra de cereal, donde comencé abrir esta última.
Le di un par de mordidas, dejándola a un lado mío, a la par, abrí una lata de verduras, le escurrí los conservadores con la mano, no quería desperdiciar el contenido.
Incline la lata metiendo mis dedos donde comencé a sacarle el contenido llevándolo hasta mi boca, mientras comía y tomaba agua, denotaba el pequeño sonido de los insectos.
El zumbido de las abejas, avispas, moscos y mosquitos junto a la estridulación de los saltamontes, grillos y cigarras...
Inesperadamente...
Todos los insectos se callaron, incluso el saltamontes cerca de donde me encontraba, se fue a toda prisa, sin dejar rastro alguno...— «¿Qué pasó?» ...
[ Crujido de troncos y árboles cayendo.]
Alce inmediatamente la mirada, frente a mí, en lo profundo del bosque, algunos árboles estaban derrumbándose, salían las aves despavoridas, el estruendo de los troncos al caer en distintas direcciones, expresan el gran crujido y los bruscos impactos.
Estos me hicieron levantarme de inmediato, tirando mi lata, la botella de agua y las que se encontraban recargadas en la roca, la primera junto a otras dos cayeron con todo el contenido, haciendo que se salpicara el pavimento.
Se aboyaron las que no había abierto y el contenido se estaba saliendo.
Me sentí muy asustado, así que trate de apresurarme, cerrando la mochila, donde solo pude meter una lata de comida que se salvó.
Me coloque rápidamente esta, al hacerlo, escuchaba pasos, trotes, galopes sobre la tierra, algunas ramas se escuchaban crujir, las copas de los árboles moverse, al parecer los animales huyen de aquel lugar.
Al sentirme inerme ante la escena, me quedé petrificado sin moverme de ahí.
Improvisadamente, entre arbustos, pinos, arbustos y troncos, las ardillas, los venados, cabras, ciervos, zarigüeyas, conejos, mapaches, ratas, por los cielos, cientos de aves y demás animales, salían despavoridos, ahuyentados y enojados del lugar.Trate de moverme, pero no lo conseguía, eran muchos y no podía atravesarme, si no caería encima de ellos.
La mayoría iba cuesta abajo, cruzando donde me encontraba, me puse de cuclillas ya que estos saltaban en distintas direcciones para huir lo más pronto posible.
Me protegí con ambos brazos, sosteniendo mi cabeza con ambas manos; entre reojo observe que algunos de ellos estaban mutilados de las orejas, la cola, sus patas o partes de su cuerpo.
Los escuchaba chillar, aullar, balar, mugir, graznar y gritar, parecían estar tan desesperados como yo.
No lograba soportarlo, me sentía terrible como ellos, así que lo mejor fue taparme los oídos y cerrar mis ojos, podía sentir su dolor.
Tras un par de minutos, los abrí, teniendo la vista un poco borrosa, con los segundos se aclaró hasta mirar más nítido el bosque y la carretera.
Destape mis oídos, mirando a todos lados, me levante, escuchando un rugido muy cansado, al parecer es de una criatura grande, va en dirección opuesta a la carretera, subiendo hacia la montaña, con cada paso, hacía cimbrar el suelo, ya que las pisadas eran de gran tamaño ...
No podía verlo bien con exactitud...— «¿Qué fue todo eso?» — No lo entiendo — «¿Qué es esa cosa?».
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La Simulación: La Detonación
Fiksi IlmiahDespertar en un mundo desconocido fue solo el comienzo para Fernando. Sin recuerdos de su pasado, se encuentra atrapado en una simulación distorsionada, controlada por entidades misteriosas. Pronto descubre que no está solo; otros han sido arrastrad...