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Pov Luz

− Haz algo para que deje de gritar - mascullé, sin aminorar mi paso hacia el elevador.

− ¡Señorita, debo insistir en que no puede entrar al hotel sin identificarse! - le eché una mirada hastiada a Hunter, que rodó los ojos y se giró para interceptar al molesto gerente del hotel, que venía detrás de nosotros cinco, protestando.

Sin esperarlo, subí al elevador seguido de mis otros tres hombres.

− ¿Hay gente en las escaleras?

− Sí, señorita, también enviamos algunos al techo, todo está cubierto, no tiene a dónde escapar.

− Perfecto - susurré, tomando entre mis manos las dos armas que llevaba escondidas dentro del traje.

Las puertas del ascensor se abrieron en el piso diez del hotel, y salí del ascensor caminando con decisión hacia la habitación 129.

Había un solo guardia en la puerta, escuchando música con un par de auriculares y mirando hacia otro lado.

Benjamin se apresuró a adelantárseme y golpearlo en la cabeza con la culata de la pistola una sola vez. Calló como un peso muerto sobre la alfombra verde, y asentí en dirección a la puerta.

Benjamin golpeó una vez, y luego de un minuto y medio, alguien comenzó a abrir la puerta.

− ¿Qué mierda suce-

Mat nos observó con los ojos como platos durante un par de segundos, antes de intentar voltearse y volver a entrar en la habitación a toda velocidad.

Fui la primera en adelantarme y tomar su cabeza con una mano, mientras lo apuntaba con la otra.

− No, no, Tholomule, no corras como el maricón que eres.

Él se revolvió en mis brazos, gruñendo e insultando mientras era empujado dentro de la habitación.

− Lárgate de aquí - una muchacha de unos veinte años, rubia y desnuda sobre la cama, temblaba sin control, y levanté un brazo en dirección a la puerta para dejar claras mis intenciones - Largo.

La chica no tardó ni dos segundos en irse corriendo, arrastrando una sábana tras ella, mientras mis hombres se encargaban de atar a Mat sobre una silla de madera que descansaba en el centro de la habitación.

− Bueno, bueno, Mat...- me senté tranquilamente en una silla frente a él, mientras lo veía fulminarme con la mirada, temblando de rabia.

− ¡Suéltame, hija de perra!

− No hasta que sepa lo que he venido a averiguar. ¿Por qué mierda me atacaste la otra noche?

− Vete a la mierda.

Rodé los ojos y me incliné hacia adelante, apoyando mis codos sobre mis rodillas.

− Te daré una segunda oportunidad. Dime porqué lo hiciste, y puede que salgas vivo de aquí.

Mat volvió a forcejear contra las ataduras y luego me miró con más odio todavía.

− Fue por Belos.

− ¿Belos? - fruncí el ceño - ¿Qué mierda tiene que ver ese hijo de puta aquí?

− Belos era mucho más astuto e inteligente de lo que tú nunca serás, Noceda.

− ¿De verdad? - Arqueé una ceja, divertida - ¿Entonces, porqué él está a tres metros bajo tierra y yo estoy aquí? - Tholomule volvió a revolverse, insultándome. Bufé. - Tholomule, me estás aburriendo, y créeme que eso no es algo bueno para ti, porque en cuanto me canses y decida marcharme, este amigo mío de aquí - levanté mi pistola, señalando a Henry, otro de mis hombres - Va a volarte la cabeza de un tiro. Así que más te vale hablar claro y rápido. No estoy para juegos.

MÍA | LUMITY G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora