Vainilla

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Esa noche durmiendo juntos había sido la ultima vez que pudieron pasar tiempo juntos durante mucho tiempo. Había demasiadas anormalidades de las cuales encargarse, demasiados villanos que detener y regresar a su universo correcto. Miguel no tenía tiempo ni para comer debidamente; una empanada, una taza de café se había vuelto su desayuno, comida y cena. No tenía tiempo para absolutamente nada más, solo hablaba con los demás cuando era totalmente necesario, cuando necesitaban que les dieran ordenes precisas o Lyla no podía hacerse cargo, ya que incluso la IA se encontraba saturada de tanto trabajo con el que lidiar.


No se quejaría por el trabajo extra, no le molestaba ocupado, pero comenzaba a sentirse frustrado de no poder ver a "su cría" por tanto tiempo. Miró discretamente la fecha en una de las pantallas y frunció el ceño.


— Tres malditas semanas. – Masculló molesto, sabía que se encontraba bien al igual que Peter al estar al pendiente de ellos desde lejos, pero no era lo mismo. Quería cargar a la pequeña, ver a Peter, necesitaba tocarlo aunque fuera por un maldito segundo, solo lo suficiente para impregnarlo con su aroma y mantener alejado a quien sea que buscara cortejar al castaño. Hasta extrañaba sus estúpidas bromas.



Tras dos semanas más al fin las cosas parecieron calmarse un poco, ya podía tomarse el tiempo de hacer ejercicio en el gimnasio de la base, desayunar en calma y hasta ir a casa a descansar. Bajó la plataforma mientras revisaba los monitores en busca de alguna alerta, pero todo parecía estar bien. Tomó una tableta digital para leer los informes que habían sido enviados esa tarde, caminó sin mirar hacía ningún lado que no fueran aquellos documentos, pero un aroma a vainilla le hizo alzar el rostro deteniéndose al ver a Peter que ya estaba a un lado suyo.


— Te metes demasiado en el trabajo, te llamé varias veces, pero no respondiste.


— ¿Porque hueles así?


— Dijiste que este olor iría conmigo, no me digas que mentiste.


— No lo hice. – Miró hacía otro lado mientras cubría su boca escondiendo su sonrisa, se calmó un poco regresando a su seria expresión. — Te queda bien.


— Lo sé, varias personas me han dicho lo bien que me queda. – Miguel frunció el ceño y su lobo interior gruñó molesto.


— ¿Así? Que bien por ti.


— Es gracias a tu consejo, aunque no termino de entender el asunto del aroma en tu universo y en varios más, parece que no eres el único alfa por aquí, me encontré con un spiderman que... – O'Hara había dejado de escucharlo desde hace rato, no podía pensar en nada más que no fuera la furia que comenzaba a crecer en su interior al imaginar a otros alfas cortejándole, a Peter correspondiéndoles o no alejándolos. No lo diría en voz alta, pero estaba celoso de todos los que habían olido ese aroma a vainilla antes que él, en los leves aromas de otros alfas sobre el cuerpo el castaño que ni siquiera era consciente de que más de uno había intentado marcarle como suyo.


— Parece que te gusta la atención.


— No realmente, soy muy viejo para que me interese ser popular, solo quería seguir tu consejo. – Acarició su nuca algo nervioso. — Y escuchar tu opinión, así que... ¿Te gusta? – Miguel alzó ambas cejas por un instante, aquello le había sorprendido, así como había desaparecido la furia de su interior, le hacía creer que lo había hecho por él y eso significaba demasiado.

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora