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La chica estaba parada enfrente de cierta lápida.
Sus ojos cristalizados solo miraban en dirección de la yerba que abundaba sobre la tumba.
- Papá... Te extraño... Me haces mucha falta...
Hablaba con dificultad gracias a los sollozosos.
- Desde que no estás aquí las cosas se hicieron mucho más difíciles... Oncie... Onceler cambió mucho su comportamiento, ya no es el chico tierno del que te hablé antes, ahora... Solo es una persona codiciosa y alguien lleno de avaricia... Sin embargo - cayó de rodillas sobre el pasto, las flores que tenía en sus manos ya estaban esparcidas por el suelo -. Yo lo sigo amando... Y lo seguiré haciendo... Mí corazón se niega a dejarlo de lado... Aunque...
Una pequeña risita con tristeza se tornaba en su rostro lleno de lágrimas.
- Sinceramente... Estoy pensando en seguir tus pasos... Ya no sé si pueda conmigo... Pero... - su sonrisa se desvaneció -. No creo poder hacerlo por el simple hecho de que Oncie ocupa una gran parte de mis pensamientos y sentimientos... Y eso me atormenta todos los días desde que esto comenzó... Sé que... Sé que si lo dejo... Él estará solo, pues aunque él no lo vea, su «familia» es un grupo de personas egoístas e interesadas, sé que en cualquier momento lo dejarán de lado, y él ahora está cumpliendo su "sueño" y creo que cuando todo esto termine... Ya nadie se quedará a su lado, y yo no quiero eso para Oncie... No se lo merece... Lo veo tan feliz con el orgullo que su madre parece mostrarle, no quiero arruinarle esa felicidad, y no quiero que nadie más lo haga.
Se rió pesadamente para recoger las flores que en el suelo yacían y ordenarlas para que queden como ofrenda para el difunto. Se puso de pie lentamente.
- Bueno, pa... Te dejo porque sino no termino más... Que descanses... Te amo.
La peli(c/p) dejó el lugar con una caminata que emanaba tristeza.
Al abandonar el cementerio cayó en cuenta de que el aire se sentía diferente... No era el mismo... Gracias a esta incomodidad decidió ir hacia su apartamento a despejarse un poco...
Nunca iba al departamento el cual su novio había comprado para ellos, pues el chico nunca estaba allí, así que lo encontraba innecesario.
Ya en el apartamento se sentó en su cama, lo único que iluminaba la habitación era la pobre luz que entraba por el vidrio de la ventana.
