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El Adiós
Lágrimas de dolor me consumen en una noche sin estrellas, mi corazón late en vano para una vida que ya no está.
Sentado en la oscuridad, me sorprendo llorando en tu nombre, cansado de la tristeza que me embarga, y del adiós sin explicación.
No sé por qué tomaste esa decisión y ahora me dejas en soledad, me dejaste tú, mi amor de siempre, y una herida en mi corazón que no puedo sanar.
Me pregunto una y otra vez, por qué te dejaste llevar por la oscuridad, por qué no pensaste en mí, en el amor que yo tenía para ti.
Sigo aquí, buscando respuestas en un mundo sin sentido, persiguiendo tus pasos, en lugares que me recuerdan tu presencia.
Mis ojos se empañan de llanto, al recordarte cada segundo, sé que nunca volverás, y que solo me queda el dolor.
A veces sueño con tu rostro, y me aferro a esos momentos, tratando de sentirte cerca, aunque sé que ya no volverás.
Te amo más allá de la muerte, y aunque ahora ya no estás conmigo, prometo conservar el amor que sentíamos, y llevarte siempre conmigo.
Descansa en paz, mi amada, en un lugar donde puedas ser feliz, y aunque yo siga aquí sufriendo, el amor que algún día compartimos, siempre vivirá en mí.
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Después de la interrupción de aquella mujer a la oficina del chico el ambiente se volvió tenso, el de sombrero de copa solo se dejaba abrazar por el terciopelo rojo de su silla.
Su pierna subía y bajaba por la ansiedad, y gracias a esta, tampoco dejaba de morder la punta del dedo meñique de su guante puesto.
- ______... ¿Dónde estás? -musitó con estrés-.
Decidió pararse con fuerza de su asiento para posar sus manos de manera brusca sobre su escritorio, al bajar la vista pudo ver una imagen en blanco y negro, no era cualquier imagen, estaba él con su amada... Tomó en sus manos dicha foto, rozó con su dedo pulgar suavemente el rostro de la chica quien lo acompañaba en aquel momento registrado por una cámara.
