the conqueror

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Luego de cenar regresé para apagar el hornito, reposar y agarrar mi katana. Los profesores habían interrumpido la comida para darles instrucciones a los estudiantes del grupo B acerca del sistema de patrullaje.

El tercer piso era el más grande de todos, atravesado por una vía del tren contaba con tiendas, restaurantes, arcades, baños y cuartos de servicios que nunca se llegaron a usar lo suficiente. La escuela se expandía hasta el túnel donde pasaba el tren hacia la siguiente estación, estaba obstruido por una barrera en la que el Estado había invertido la mayoría del poco dinero que tenía para evitar el traspaso de demonios.

Era más útil que un muro común, funcionaba obviamente con tecnología y reportaba cualquier gran interacción contra ella como golpes, pero un demonio poco poderoso podía pasar con un poco de trabajo, por eso el patrullaje. Lo sucedido con la maestra de Historia era un ejemplo de esto, el demonio responsable no había sido atrapado, probablemente estaba al otro lado de la barra o escondido. Ignoramos lo que hay en el lado dominado por los demonios, el único espía capaz solo llegó a alejarse unos kilómetros de la barrera y reportó que el túnel estaba iluminado por grandes focos luego de caminar quince metros aproximadamente. Lo mataron, la cámara que grababa en vivo su recorrido mostró como un demonio lo devoró hasta los huesos.

Noté que mis manos sudaban a medida que me acercaba al punto de encuentro del grupo, respiré profundamente y ajusté mi katana a mi cadera. Cuando llegué a las puertas que guardaban el acceso a la tercera planta ya habían la mayoría de estudiantes y reconocí a dos maestros solamente, no los reconocí, así que supuse que debían ser de segundo año.
Me integré entre los estudiantes amonotados, algunos tenían los ojos prácticamente cerrados por el sueño, otros parecían imperturbablesientras que los más normales temblaban como hojas. Yo estaba en un punto medio, sudaba como una loca pero me recordaba a mí misma que esto no era nada y que saldría bien parada.

-¡No voy a pasar lista para ver qué cobardes no vinieron! - anunció un maestro adelante, que no pude ver por el tumulto -. ¡Ellos pierden la oportunidad de hacerse más fuertes! ¡Vamos ya, no quiero perder tiempo!

Fruncí el ceño y suspiré, algo me decía que sería algo insoportable de manejar.
Mientras las enormes puertas se abrían por macanismos hacían un sonido de arrastre contra el piso, me hice una pregunta: ¿Cómo mierda entraban los demonios, si tenían que abrir estas puertas enormes y ruidosas? Se me erizaron los vellos del cuello de solo pensar en las posibilidades, apreté los puños.

Habían muchos gatos encerrados, secretos a voces y negocios sucios, sí, pero nunca me encontré tan cerca de perder la vida por alguno. A la mansión llegaban cartas de ejecuciones y amonestaciones públicas que se celebraban en uno de los lugares públicos que quedaban en pie leugo de tanto tiempo por atentar 'contra la integridad de los humanos que se esforzaban por sobrevivir en este mundo infestado', cuando en realidad el mismo Estado nos condenaba.
¿Les abrían las puertas a los demonios?

Consecuencias sería la muerte de estudiantes y maestros, significaba más recursos, menos gastos. ¿Los demonios pagaban por entrar y alimentarse? ¿Que otro tipo de negocios habrían? ¿Tráfico? Miré a mi alrededor, observé el lenguaje corporal de los muchachos...no, de los niños, porque eso éramos, niños a los que les arrebataron sus sueños en infancia. Recordé las palabras de Tengen. ¿Que traumas tendrían? De algo estaba segura, si un médico venía haría un diagnóstico diferente a cada uno.

La masa de estudiantes comenzó a moverse hacia delante, tragué grueso y comencé a caminar a la par. No éramos demasiados, alrededor de veinte, muy pocos para la extensión que debíamos vigilar. Las escaleras estaban oxidadas y apenas iluminadas por lámparas que parpadean cada tanto. Me aguanté del barandal, mi mano se cubrió de una capa fina de óxido, la suciedad se sentía pesada en mi palma.

SUBTERRÁNEO -MUICHIRO TOKITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora