12-Garras y Tomos y Huesos de Schrödinger

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Ella nunca supo por qué, pero a él le gustaban sus manos.

Sus manos largas y delgadas, duras y con callos encima de los callos.

Todo refrán poético sobre la delicada belleza de las manos de un violinista puede ir y morir en una hoguera dentro de un contenedor de basura. La tensión del metal vibrante contra su piel durante horas y horas había ensanchado y hendido las puntas de sus dedos para siempre. La lucha de espadas con Pearl no había sido diferente, por mucho que todas las Gemas fueran muy cuidadosas de no dañarla. Los poderes curativos de Steven habían alimentado un ciclo interminable, la construcción y destrucción de huesos y músculos, dándole el valor de diez años de endurecimiento en el lapso de uno.

Y a él le gustaban sus manos.

Él siempre fue del tipo de estar cerca, táctil. Literalmente la había tacleado sin dudar cuando se encontraron por primera vez y como que nunca la dejó ir. Él podía enredar sus brazos alrededor de ella como si eso no fuera nada, y a él le gustaba mucho sostener sus manos. Si una de sus manos estaba libre, él tomaría la de ella mientras caminaban. Otras veces, él simplemente agarraba sus manos entre las de él durante un momento más tranquilo, distraídamente tirando de los dedos para aliviar la tensión en sus articulaciones, las cejas siempre saltando un poco cuando algo tronaba.

Nunca rehuía de la textura áspera e insensible, se inclinaba hacia ella mientras ella recorría su cara y a través de su cabello, con las manos desgarbadas y con cicatrices sobre sus cicatrices por las que sus compañeros de clase estaban demasiado nerviosos para preguntar.

Connie nunca había esperado que Gemas tuvieran manos tan suaves.

En cierto nivel intelectual, no la sorprende. Una gema no tiene piel para cicatrizar, desgastar y hacer callos, y la magia curativa de Steven corre por su sangre, lo quiera o no. Eso no hace que sea menos discordante en su mente humana, que los suaves nudillos que le acarician la cara como si nunca hubieran trabajado un día en su vida, habían roto el tablero de un automóvil a la edad corporal de 8 años.

Ella se da cuenta, lentamente, que no se trata de control.

No es control que él no abra el suelo a su alrededor mientras camina. No es control que no rompa todo en sus manos. Es más como un impulso detenido, quieto y siempre a la espera.

Entonces, por toda su fuerza, por todo su aterrador, aterrador poder, ella nunca le ha tenido miedo.

Y él es tan, tan cuidadoso.

Tan cuidadoso que a ella le toma un tiempo embarazosamente largo, un tiempo que ella no admitirá necesitar, para darse cuenta de que él tiene garras. Porque cuando eran pequeños y las Gemas le habían ocultado mucho más que el pasado a Steven, él las había recortado agresivamente a una longitud casi humana, sin darse cuenta de que se suponía que estarían allí todo el tiempo. Pero ahora es mayor, y sus garras anchas y curvas han crecido con él.

Ella casi nunca las ve. Él es demasiado cuidadoso para eso.

Oh, ella recibirá breves destellos de ellas. Las verá cuando él levante algo pesado o trepe una pared (porque escalar el inyector de Spinel no fue solo una casualidad, y su extraño novio alienígena puede escalar superficies escarpadas como una araña). Ella las verá cuando él se sobresalte, y es un pasatiempo privado de ella hacerlo saltar, porque hay algo divertido lindo mórbido en la flexión radiante de sus garras y colmillos, el re-enfoque de sus pupilas de diamantes.

Es menos cuidadoso cuando duerme.

Cuando duerme, no hay nada que la detenga de tomar sus manos de la forma en que siempre fue bienvenida mientras él estaba despierto. No hay nada que le impida amasar sus manos, sintiendo huesos nudosos en el borde de sus dedos empujando hacia adelante mientras ella le saca las garras. Hay una vaga calidad nacarada en ellas, como el aura del Diamante de la fuente de Rose, y son casi lo suficientemente grandes como para rivalizar con las mortales un león.

Yo tenía razón. Cuando era Stevonnie, sentí huesos extra en sus dedos. Tiene sentido. Las garras retráctiles requieren un hueso completo del dedo. Eso es al menos veinte huesos más que los básicos de un ser humano. ¿Cuántos huesos adicionales tiene Steven?

Espera. ¿Cuántos huesos tiene Steven? Estoy bastante segura de que Vendan no tiene huesos. Dios, eso es un montón. Caminando por ahí con huesos y sin huesos al mismo tiempo. Una existencia contradictoria. Los huesos de Schrödinger, si quieres

-¿C'nni? -él arrastra cansinamente. -¿Qu'estás'iendo...?-

-No te preocupes por eso, bísquet -ella tararea, pasando las yemas de los dedos por el filo de sus garras como lo haría con su espada, llevándolo a reanudar su sueño.

Para Un Diamante Es Una Cosa MaravillosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora