3-I, We, Me

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Steven la había esperado fuera de la escuela, y apenas ahora ella se está dando cuenta de que debería haber reparado en que él habría estado con León, porque, por supuesto, León va a todas partes con él. Lo que estaría bien, excepto que León es un león real obscenamente esponjoso y rosado y sucede que también tiene el tamaño de un caballo. Estirado debajo de un árbol. Por la entrada principal de la escuela. Donde todos pueden ver.

Y, oh hombre, todos lo ven. El cuerpo estudiantil está lleno de vistazos dobles, exclamaciones asombradas y ansiosas fotografías telefónicas. Un halo de niños curiosos rodeando a un chico y su león, solo un toque demasiado asustados para acercarse.

No es que él lo sepa. Él eligió quedarse dormido bajo la sombra de los árboles, por lo que Connie simplemente atraviesa la multitud y lo pica para despertarlo.

-Oh, hola, Connie -Se limpia el sueño de los ojos. -No quise dormirme esperando. Lion estaba tan suave, y era tan agradable aquí afuera, se nos fue.-

-Está bien. Ahora salgamos de aquí antes de que la multitud se vuelva demasiado salvaje.


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-Lo hiciste otra vez.-

-¿Hacer qué?-

-La cosa del "nos".-

-¿Lo hice? Oh, cielos -Él se da vuelta para hacer sonar un zumbido ahogado de desesperación en el pelaje de León. -Realmente no pretendo hacerlo, simple- simplemente sale, a veces.-

-¿Tiene... tiene que ver con- -Ella hace un gesto hacia su gema -Con cuando tú...?-

Ella mira, realmente mira a su gema, y recuerda un rostro en blanco de rabia, un grito que hizo cráteres en el suelo. Un escudo absoluto e imparable, un chico que caminaba en el aire.

-Cuando había... dos de ti.-

-Oh. Sí. Creo que- sí, es algo de eso.-

Por un momento, el único sonido es la respiración profunda de León y el programa de crimen que sus padres están mirando abajo.

-Cuando nosotros -Steven se golpea la boca con la mano. Él mira a su propia mano por un momento, inseguro. -Cuando yo... cuando... estábamos... separados. Recuerdo haberme visto desde el otro lado de la habitación. Nunca... nunca había sido así, antes. Solo éramos siempre Steven. Nunca siquiera supimos que había un nosotros. Y luego fui Steven de nuevo -Su otra mano se aferra a su camisa, arrugada alrededor de su gema. -Excepto que ya no soy solo Steven. Sigo siendo ellos. Sigo siendo nosotros.-

-Jesucristo en una bicicleta, Steven. ¿Cuánto tiempo has estado así?

-Lo entendí hace... ¿un mes? Después de que regresamos de Homeworld. ¿Pero honestamente? -suspira, volviendo la cabeza hacia la puerta ligeramente abierta. -Tal vez siempre fue así. Hablaba mucho conmigo mismo, ¿sabes? Como lo hacemos cuando somos Stevonnie. Nunca pensé que fuera extraño, pero ahora... no lo sé.-

-... ¿Están bien? Los dos.-

Steven mira a ella y la mano en su hombro, y la toma con la propia con una sonrisa tranquila.

Él no responde a su pregunta.

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-Jaja, es tan pequeño -Él le da vuelta al pequeño cuaderno en sus manos. -¿Para qué es este?

-Son nombres -Ella se arriesga. -Para ti. Para tu nosotros.

Su sonrisa vacila.

-Eres Steven. Eres Steven, pero sigues siendo ellos, y ellos son tú. Todavía personas. ¿Y no todas las personas merecen un nombre?-

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Ellos son Sten y Vendan.

Sten es peso, piedra y tierra. El jardín que hará crecer su fuerza, su memoria, su poder, su amabilidad. Un andamio de cuerpo, sangre, huesos y vida.

Vendan es corona, castillo y escudo. El muro inflexible, el rugido inmóvil de su convicción. Una aparición de luz y sonido y furia y truenos.

Y Connie que de repente suena tan insegura de una manera que no ha sido con ellos, con él, en lo que parece ser años
mueve su cabello mientras le pregunta si él tomará los nombres que ella les ha dado.

-Es perfecto. -La mano de Steven está su rostro, sus ojos se encuentran y él espera que ella pueda ver lo que este regalo significa para él, exactamente lo que ella le ha dado. -Gracias.-

Para Un Diamante Es Una Cosa MaravillosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora