𝔻𝕚𝕒 𝟙: 𝚁𝚎𝚊𝚕𝚎𝚣𝚊

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No era secreto para nadie, como la familia real era reacia hacia la torre mágica. ¿Motivo aparente? La falta de lealtad de los magos, aunque, muchos decían que eso no era del todo cierto. ¿Motivo verdadero? Solo había una respuesta y eso era el “poder”

La realeza codiaba el enorme poder que poseían los magos.

La torre mágica era un lugar secreto, un lugar que ningún humano podría pisar en vida, mucho menos la aristocracia. La torre mágica es un misterio desde la fundación del imperio. La orden de cada emperador hacia sus hijos era clara: «Si hallas a un mago, captúralo de inmediato.»

Eso era lo que simpre desde pequeño le inculcaron, sin embargo, estaba embelesado por la figura femenina que intentaba agarrar una manzana del manzano más grande del bosque. Cabellos rosados que se movían por el viento y por los saltos que daba, al verla su primera reacción tuvo que ser agresiva y llevarla lo más rápido posible al palacio, no obstante, su primera reacción fue haberse quedado prendado en la belleza femenina que se encontraba en el bosque como una ninfa en la primavera.

Cabello rosado, ojos que parecían ser verdes.

Había un detalle que hacía diferenciar a un mago y, ese era, sus peculiares tonos de cabellos y ojos. En el imperio solo hay tres tipos de color de cabello: negro, café y rubio. Los iris eran lo mismo, solo la familia imperial contaba con un calor cálido similar a la miel, los demás eran negros y cafes, colores como verde y azul no existían, al menos que seas un mago.

—¿Quién eres?

Por la suave voz que irrumpió el silencio del bosque, alzó la mirada, encontrándose con el color de la naturaleza en ellos, incluso más hermoso, más brillante. Estaba aún más atontado ahora que lo veía con curiosidad, claro, hasta que de un momento a otro abrió sus ojos con sorpresa.

—¡¿Eres el pequeño príncipe?!

—¿Eh? ¿Pequeño? — repitió consternado sin apartar la mirada.

Ella sonrió como si ambos se conocieran de toda la vida, se acercó con pasos alegres y taradeando una melodía que él no supo identificar.

—¿Te has perdido nuevamente?

—Yo... ¿Te conozco?

Se rio mentalmente de su propia pregunta, pudo haber dicho cualquier cosa, pero lo único que salió fue una cuestión que podría pasar a segundo plano, aunque si lo veía de otro modo, le era curioso que ella supiera que era un príncipe.

—Mmm— lo escaneó con la mirada—. ¿Vienes a atraparme o qué?

Con fuerza apretó las flechas en su pecho y, por inercia le dió una mirada al arco que yacía por sus pies. No vino a atrapar exactamente a un mago, sino que por el ruido de las plantas intuyó que se trataba de un animal y se preparó para la cacería.

—¿Qué hace un mago por aquí? — quiso saber, el imperio era peligroso para ellos y, aún más para una dama—. Hay guardias cerca, el festival de caza no es muy lejos de aquí.

—Pequeño príncipe, ¿te preocupas por mí? — sonrió de lado—. ¿Acaso no sabes que sus armas no son nada ante la magia?

—...

Quedó embelesado, pero ahora no por ella, sino por extraño brillo que comenzó a expandirse de su mano, un color azul brillante volaba en su palma. Era claro, eso era la magia que por primera vez presenciaba.

Un acto hermoso.

Un acto único.

Un acto que lo cautivo.

Quiso tocarlo, sin embargo, cuando la punta de sus dedos ya estaban en aquel fuego mágico, simplemente no había nada, era como el agua que no podía agarrar, sentía una leve calidez, pero nada más.

➻ 𝑫𝒂𝒎𝒊𝒂𝒏𝒚𝒂 𝒘𝒆𝒆𝒌 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora