𝔻𝕚𝕒 𝟛: 𝙱𝚘𝚗𝚍𝚖𝚊𝚗

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—Mienten cuando dicen que me parezco, estoy seguro— bufó acomodándose los guantes de cuero para poder completar el disfraz.

—A usted se lo ve mejor, Lord Damian— asintió con una sonrisa Emile, siendo seguido por su otro amigo.

Damian no les creía del todo, los conocía perfectamente como ellos lo conocían a él, no importaba lo que dijeran no se sentía cómodo con el disfraz que portaba. Gran parte de él le decía que no se parecía en nada y terminaría haciendo el ridículo, sin embargo, otra parte le decía que simplemente era un disfraz y, que así haría feliz a su novia con su sorpresa.

—Tiene que ver qué de verdad la amo— murmuró mientras se ubicaba el antifaz para luego dar un suspiro pesado, sentía sus orejas arder de la vergüenza—. Mataré a Blackbell si su idea no funciona.

Ambos rubios solo lo escuchan hablar entre dientes, pero se imaginaban que maldición estaba diciendo y a quien iba dirigida.

—Debemos irnos.

Damian asintió sin dejar de verse en el espejo.

Estaba teniendo un lío mental todo por culpa de Becky y del disfraz. Respingó cuando en su cabeza algo añadieron.

—Le faltaba el sombrero, le da el toque, Lord Damian— sonrió Ewen acomodándole bien el accesorio clave para ocultar su identidad.

—Creo que esto era lo que faltaba— le devolvió una fina sonrisa.

Gracias al espejo del carro pudo verse mejor, sin duda el sombrero le daba el toque, ahora sí podía decir que hizo un buen trabajo en su disfraz. Cuando comenzó a escuchar la insoportable música los nervios volvieron a él por otro tema.

¿Qué haría si Anya no lo reconocía?

¿Qué haría si no reconocía a Anya?

No sabía nada del disfraz de su novia y viceversa, ella podría haber optado por una peluca y lentes de contacto para interpretar al desconocido personaje. Volvía el dolor de cabeza.

—Lord Damian.

Gracias al llamado de los dos volvió en sí, dándose cuenta que la fiesta ya estaba frente a ella. Suspiró queriéndose dar fuerza y que confiara en su instinto.

¿Cómo no podría reconocer a Anya? Era su novia, sería fácil.

—...

Se apoyó en la pared más alejada del salón, se sentía ido por el simple motivo de que ya llevaba alrededor de más de una hora y nada que encontraba a su novia. Vino a la fiesta solo por ella, se sentía feo que tu único motivo para algo no esté allí. Recordaba un mismo suceso hace algunos años, había decidido ir al viaje escolar solo por ella, cuando llegó el día se enteró que el viaje que Anya hablaba no era el escolar, era uno con su familia aprovechando las vacaciones, fue la semana menos emotiva de ese año, ahora ese suceso se repetía.

Estaba cansado de dar solo vueltas por todo el lugar, fue a la barra a pedir algo de agua. Su decepción fue evidente cuando lo único líquido era el alcohol. Suspiró pesadamente, no acostumbraba a tomar ese tipo de bebidas alcohólicas, vino sí, pero lo que daban ahí era muy alejado al vino. Alguien lo golpeó bruscamente por el hombro, no volteó a verlo ni a reclamar, ese no había sido el primer golpe de la noche dado por un borracho.

Con la mirada comenzó a buscar ahora a sus dos amigos que se habían separado de él -gracias al cielo- apenas ingresaron a la fiesta, pero ahora los necesitaba.

No encontraba a Anya ni a sus amigos, grandiosa fiesta, ¿verdad?

—Quiero un vaso...— murmuró pesadamente, pero siendo escuchado por el chico que servía las bebidas, no podía decir era un bartender como tal.

➻ 𝑫𝒂𝒎𝒊𝒂𝒏𝒚𝒂 𝒘𝒆𝒆𝒌 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora