𝔻𝕚𝕒 𝟞: 𝚁𝚎𝚏𝚞𝚐𝚒𝚘

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¿Habría un lugar en este mundo para él...?

Palabras hirientes...

Sentimientos contradictorios...

Estaba cansado de su familia y la relación que tenía con cada uno de ellos. El único lugar donde podía respirar tranquilamente, era en la biblioteca de la Academia y, no solo era por la tranquilidad del lugar, era más bien por alguien...

Por aquella chica de sonrisa radiante que le hacía ver la vida de otra manera.

Que podía verle el lado positivo a todo.

Era su refugio...

Cuando ambos se cruzaron por primera vez hace dos años, pensó que se trataría de un fugaz encuentro, sin embargo, estuvo equivocado. Desde ese entonces todos los días se ven en la biblioteca a la hora de salida. Sus sentimientos crecieron, su necesidad de que ella lo esperara todos los días también. Temía que fuera dependencia hacia ella, pero no podía ocultar su temor cuando demoraba en aparecer. Algún día eso acabaría, así que, disfrutar cada segundo de esas pocas horas juntos era cálido.

Anya Forger.

Ella era la joven profesora del jardín de infantes en la Academia Eden, Academia dónde él estudiaba y residía de igual forma. La diferencia de edad entre ambos no era mucha, al menos así Damian pensaba. 5 años de diferencia tenían. Conoció a Anya a los quince años, justo el día de su cumpleaños, había decidió encerrarse en la biblioteca cuando su hermano le informó que no fuera a la mansión, porque ninguno de sus dos padres estaría presente ese día, un día significativo.

Pero él ya lo esperaba.

Cuando deja de importarte, no hay dolor.

Se concentró ese día tanto en su libro que no notó la presencia de alguien más cerca de él. Por el fuerte ruido que ella provocó, se levantó del susto y ahí la vio, en el piso tosiendo y con muchos libros encima y alrededor de ella. La ayudó a levantarse y a recoger los libros que tiró, cuando ya todo estaba en su lugar, quiso retirarse, pero ella lo detuvo.

«Muchas gracias.»

Eso fue lo que le dijo con una sonrisa tan radiante como el atardecer de ese día. Quedó embobado. Cautivado por su belleza o por su sonrisa. Desde ese día sin darse cuenta, su corazón le perteneció a esa chica que con el tiempo pudo llamarla una amiga.

Ya habían pasado dos años y solo hace dos meses había aceptado sus sentimientos.

Pero ¿de qué valía hacerlo?

Ambos eran tan diferentes en cualquier aspecto. Ella seguro ya tendría a alguien a quien amar, una persona madura y con un futuro excelente.

Él apenas y sabía que haría después de graduarse.

Quería evitarla para impedir que sus sentimientos crecieran, pero era imposible.

—¿En qué piensas, Damian?

Respingó del susto y volteó a verla. Era lo mismo de todos los días, su sonrisa estaba plasmada perpetuamente en su rostro.

—Muy pronto me graduaré.

—La graduación, recuerdo cuando pase por eso.

Con cuidado dejo los libros que llevaba en las manos encima del escritorio, se sentó junto a Damian como todos los días.

—¿Nervioso?

—Obvio que no.

Ella rio y, como siempre, lo despeinó mientras seguía riendo.

—Eres muy tierno.

Se sonrojo un poco, bajando la mirada. Lo único que extrañaría cuando se graduará sería esa rutina; verla todos los días después de la salida. Hablar con ella de cualquier cosa. Escucharla reír. Sentir sus dedos despeinando sus cabellos. Escucharla hablar de sus sueños. Simplemente estar con ella.

Su refugio...

—No quiero que esto desaparezca— murmuró con sinceridad.

—¿...?

Anya por primera vez lo veía tan decaído que incluso pensaría que Damian amaba tanto la Academia que no quería irse.

—Pero todo tiene un final, ¿no? — volteó a verla con una pequeña sonrisa, tan leve que apenas y se notaba.

—Cuando tú quieras puedes venir— dijo acariciando con cuidado la cabellera contraria—. Si deseas hablar con alguien yo estaré siempre para ti.

Esa sonrisa.

La sonrisa sincera de Anya cautivaba de sobremanera a Damian.

Quería decirle que se detuviera, que no dijera cosas como esas o su corazón jamás podrá soltar aquel sentimiento que tiene por ella y lo envuelve siempre que la ve. Debía decirlo, sin embargo, solo asintió en silencio.

Ella era su refugio igual que la biblioteca donde ambos siempre compartían significativas tardes...

Tal vez Anya nunca lo ame. Tal vez siempre lo vea como un niño que necesita una figura familiar. De verdad a Damian no le importaba, solo quería estar junto a ella hasta que sintiera que podía solo en esta vida.

Ella era su refugio así de simple.

—¿Puedo venir todos los días? — cuestionó en voz baja, pero lo suficientemente audible para que ella lo escuchará.

La verdad, viendo a futuro, era imposible que logrará ir todos los días, pero cuando Anya rio y asintió, diciendo que esperaba aquellos días futuros con gran entusiasmo, su corazón palpitó.

Ella era su refugio...

➻ 𝑫𝒂𝒎𝒊𝒂𝒏𝒚𝒂 𝒘𝒆𝒆𝒌 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora