𝔻𝕚𝕒 𝟜: 𝙳𝚞𝚕𝚌𝚎

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Había una chica que le gustaba...

Era tan hermosa que lo cautivó apenas la vio ingresando por la puerta del aula...

Con una sonrisa tan radiante que lo enamoraba aún más con el paso de los días...

Había una chica que le gustaba y ella... ¡Ni siquiera lo miraba!

—¡Maldición! — vociferó a los cuatro vientos, aprovechando que nadie en la azotea estaba—. ¿Por qué no puede verme...?

Se dejó caer en el piso, maldiciendo en su mente su poco atractivo e inteligencia.

Ella era muy hermosa...

Ella era muy inteligente...

Ella era...

—Oh, no creí encontrar alguien aquí— con una suave voz, dijo.

—Ah...

¡¡¡Ella estaba ahí!!!

Su vista paseó por todo el lugar, nervioso de estar en un lugar diferente al aula con ella a solas.

—No creí que vendrías por estos lados, Damian— le dirigió una sonrisa, luego se concentró en el cartel del piso—. Te creí muy recto— se rió entre dientes.

—Y-yo...— no podía articular palabra alguna, mucho menos cuando ella alzó la mirada para verlo. Sentía su corazón palpitar igual que la primera vez que la vio, incluso peor que esa vez.

—El profesor Henderson pegaría el grito al cielo si te ve por aquí— volvió a reír sin prestarle mucha atención a las acciones de su acompañante.

—No lo creo— murmuró.

Titubeó en todo momento, quería irse, pero al mismo tiempo quedarse. Él llegó ahí primero, era su lugar favorito, no tenía porque irse, aunque al mismo tiempo, quería sentir un poco de su compañía. No había charla de por media, pero la sola idea de que ella estaba a metros de él, llenaba de calidez su pecho.

—¿Estás listo para la exposición? — rompió el silencio alzando un poco la mirada para luego volver a centrarse en el cartel que tenía en el piso.

—Me toca en el otro grupo— respondió rápidamente.

—¿Seguro? — Damian asintió—. Creí que la maestra acabaría las exposiciones en esta clase.

—Saque las cuentas y no me alcanzará.

Anya, un poco desconcertada, alzó la mirada dejando el marcador destapado encima del cartel.

—¿Sacaste cuentas? — repitió. Damian asintió levemente—. Eres con la D y yo soy la F, en pocas palabras, no me alcanza a mi tampoco.

Chasqueó la lengua y se dejó caer en el piso, pateando en el proceso el cartel que ya no estaba en perfectas condiciones como en el inicio. Damian se rasco la mejilla al ya no saber qué decir. Comenzó a sentirse incómodo por el silencio, aunque más bien, comenzó a sentirse nervioso por estar en un mismo espacio con ella, solos, conversando como si fueran amigos.

Bueno, ya no conversaban y la conversación de hace poco fue completamente corta.

—¿Siempre vienes aquí? — Anya de la nada, preguntó sin verlo directamente.

—Sí.

Ella inhaló con fuerza, el fuerte viento sacudía sus cabellos y le daba frescura a su cuerpo, el sol estaba completamente nublado para darle un aire aún más fresco. Anya sentía que podía quedarse dormida ahí en cualquier momento si tan solo se acomodaba bien.

—Creo entender por qué vienes aquí.

Damian no supo que decir, pues había muchos motivos por el cual siempre pasaba sus recesos ahí y, no sabía cuál de todos esos motivos es el que Anya pensaba.

➻ 𝑫𝒂𝒎𝒊𝒂𝒏𝒚𝒂 𝒘𝒆𝒆𝒌 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora