Las mujeres en la fila que esperan su turno empiezan a murmurar entre ellas. Ana arroja el móvil que gime a tres voces dentro de su bolso y revuelve a la vez en él, en busca de efectivo. Una mujer de brazos anchos, que espera en la fila, suspira. Ana encuentra un billete y se lo extiende con la boca entreabierta a la cajera. Se gira hacia la fila que ha crecido detrás suyo.
- Perdonen la demora, no puedo quitar el volumen - dice a las mujeres.
- ¿Es una aplicación? - dice la mujer de los brazos como cojines- ¿Cuál es?
- La que parece una plataforma de debates, con el perfil de Kierkegaard.- responde Ana.
Las mujeres se miran entre ellas y asienten. Se sonríen. Ahora son casi conocidas, tienen algo en común. Ana se marcha cuando le extiende alguien su ticket y deja a Wendy en la caja a punto de pagar sus propias compras.
Cuando va a alcanzar la calle una mujer obstaculiza la entrada al pararse en el umbral. Es Tatiana, que le dirige una sonrisa de escáner que encuentra metal en sus bolsillos. Pretende continuar su camino para ocupar todo el ancho de la entrada con su abrigo de hombreras y los bolsos de otras tiendas por donde ha pasado, que piden paso a la que viene a comprar. Ana es quien debería apartarse como si fuera a hacer una reverencia, pero decide que no, que no se aparta una mierda, y atropella uno de los lados de Victoria justo cuando el moreno del video que se escucha en su bolso grita.
- Ya no tiene edad para cambiar de rubro, señora - Dice Tatiana en un murmullo, para que Ana alcance a escucharla y se muerda los labios.
- ¿Quieres acapararlo? - responde Ana sin girarse ni modular su tono de voz. Desea que la escuche.
Afuera, el teléfono de Ana sigue pidiendo que le den duro, y ella mira al cielo con los brazos puestos en jarra sobre su cintura. Se limpia el sudor de la frente con la chaqueta y dice al soltar aire:
- Ya no se puede ver porno en el teléfono.
Wendy la alcanza, le quita el bolso, encuentra el teléfono en él y consigue apagarlo. Se miran en medio de gente que va y viene y ambas se encogen de hombros a la par. Es la señal por la que Ana suelta un:
- Anoche viajé al pasado. A nuestros dieciséis años.
- ¿El porno puede hacerte eso?
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Verás tus piernas pasar
HumorAna cree que tiene una vida plena, hasta que descubre que puede viajar a su pasado. A través de fotografías, se desplaza en el tiempo y en su propia historia para descubrir a una Ana diferente a la que ella recuerda. Sólo se reconoce por sus piernas...