CAPITULO 19

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ZAILA

Después de seis días de mierda en el maldito hospital, por fin tengo el alta, si la herida no se hubiera abierto ahorita estuviera en mi casa, pero por fin mi día más anhelado ha llegado. En estos días otra hoja ha llegado, esta vez tenía una E, esta situación está por encima de mis límites, Adriano casi destruye el hospital, pero resulta que nadie vio a nadie entrar a mi habitación, a raíz de eso puso cámaras escondidas en mi habitación pero nadie sospechoso entró, solo el doctor amargado a darme los medicamentos.

Sigo con la cabeza en otro lugar cuando mi querido esposo llega con la ropa que le pedí y entra a la habitación, volteo mi vista hacia el y se ve tan guapo como siempre con su traje completamente negro.

Me encuentro sentada con los dedos de mis pies tocando el frío suelo del hospital. El se acerca a mí con una sonrisa en su rostro.

—He traído lo que me pediste.

—Gracias, ¿Puedes ayudarme?

—Claro—exclamó acercándose a mí, deposita la bolsa en el mueble y saca la ropa, es una camiseta holgada posiblemente unas dos tallas más grandes, también trajo un pequeño short, el médico dijo que lo mejor era no usar nada apretado por la herida, ya que se podría infectar, parece que alguien puso mucha atención y eso me causa una pequeña satisfacción.

—Vamos, alza tus brazos, con cuidado puedes lastimarte—me dice mientras con delicadeza desliza bata fuera de mi cuerpo, con mis manos cubro mis pechos y me da una sonrisa ladeada.

—Ya los he visto, no entiendo porque los cubres, a parte quedamos que son míos.

—¿Cuándo acepte eso?, disculpa a veces se me olvidan las cosas irrelevantes—le contesto, tratando de fastidiarlo un poco.

—Disculpa, pero los términos decían que toda tu me perteneces—exclama cruzándose de brazos y frunciendo el seño, no se lo diré pero parece niño chiquito haciendo berrinche.

—Pues lo lamento pero no lo recuerdo, y si no me acuerdo no paso—una pequeña risita escapó de mis labios.

—Estas muy grosera el día de hoy no te parece— me dice mientras pasa los shorts por mis piernas y las acaricia lentamente causando escalofríos en mi cuerpo.

—¿Te parece?—le pregunto desafiante.

—Si.

Su mano va directamente a mi cuello y lo aprieta, solo lo necesario para hacerme sentir el placer y no dejarme sin respiración.

—Tu eres mía, ambos lo sabemos. Tu cuerpo reacciona a su único dueño, eso no lo puedes esconder.

Jadeo y echo mi cabeza para atrás exponiendo mi cuello, se inclina hacia mí y pasa su lengua por este, aprieto los labios para no emitir ningún sonido que me delate.

—Si, lo sabemos, pero eso no me impide querer molestarte, además las reacciones pueden ser involuntarias —le digo con una sonrisa de arrogancia. Suelta mi cuello y se aleja de mi indignado, baja su vista y hay una gran protuberancia en sus pantalones.

—Ni siquiera lo esconderé, que todo el mundo vea como me pones— suelta con arrogancia agarrando su polla a través de la tela de su pantalón.

—No tienes remedio—exclamo negando con la cabeza.

—Ah, una cosa. Tu cuerpo solo reacciona a mi, no mientas—exclama con altanería.

Solo voy a ignorar lo que acaba de decir, claro está, si yo quisiera estar con otro hombre podría hacerlo. Se toma su tiempo vistiéndome con paciencia y delicadeza. También me coloca unos tenis negros que me trajo, cuando termina deposita un tierno beso en mi frente.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora