-- CAPITULO 22 --

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🚨🚨NOTA: Todo lo sucedido en el capítulo anterior fue real, hasta la parte de la pelea entre Adriano y Alessandro, de la llamada en adelante no es real.🚨🚨

🥀 Zaila 🥀

Abro los ojos lentamente después de haber dormido un largo rato. Me pongo de pie y camino por el departamento esperando encontrar a mi esposito pero no está. Adriano no ha llegado a la casa desde que se fue con Quevedo y mi cuñado, espero que todo les salga bien. Me doy cuenta de que el timbre está sonando de manera muy repetitiva y me pongo en un estado de alerta rápidamente. Corro hacia la puerta y por el hoyito de la puerta veo que es uno de los guardias de mi querido esposito, no lo pienso y abro rápidamente.

—Señora no quiero molestarla pero llegó un niño y se paró al frente de las rejas con una nota.

Ay no. Mierda.

—¿Un niño?

—Si y aparte tiene un explosivo amarrado a su cuerpo, no para de llorar y la bomba podría explotar en cualquier momento, no es seguro para usted estar aquí, vamos tengo que sacarla de este lugar— va a tomarme del brazo pero se lo impido.

—¿Qué dice la nota?— le pregunto.

—Es una letra O señora, pero no perdamos más tiempo, la bomba tiene un cronómetro que no ha sido activado pero en cualquier momento se activará y todos moriremos. Sígame le llevaré al lugar seguro del señor.

Mi teléfono suena en el bolsillo, lo saco y la palabra desconocido aparece en la pantalla, contesto la llamada.

—No lo dejes morir Zaila, es un niño inocente—dice un hombre cuya voz suena distorsionada. 

—¿Qué quieres?— pregunto.

—Eres de buen corazón, mi niña— cierro los ojos mientras un recuerdo me golpea. Ese lugar, esa voz.

—¿Quién eres?—pregunto.

Siento que el corazón quiere salir de mí pecho. 

—Soy tu creador, mi niña— dice sereno y cierro los ojos alejando los malos recuerdos—, cuando yo apriete el botón que tengo entre mis manos el explosivo explotara y todo quedara hecho cenizas, sabes te daré la oportunidad de irte, solo por los buenos momentos, mi niña—dice y cuelga.

Me quedo en shock unos segundos.

—Alessandro viene en camino, él sabe acerca de las bombas y estas cosas. Mire si usted no se va y sale lastimada el señor me va a matar. Yo estoy a cargo de la seguridad, hágame caso—en un tono de orden.

—¿Ya informaron a mi esposo?

—Le marcamos y no contesta señora, así que debo actuar por mi cuenta. La verdad es que es muy raro que el jefe no atienda a nuestros llamados por eso la urgencia de tomar medidas nosotros.

—Bien, entonces buscaré a Adriano y ustedes se encargan del niño, lo quiero vivo—le digo en una orden. Se da una palmada en la frente.

—No, no lo que debe hacer es dejar que la lleve a el lugar seguro—replica el hombre

—No. Ya lo he dicho y mi palabra se respeta. Voy a buscar a mi esposo y ustedes mantienen a ese inocente niño con vida—digo dando mi última palabra.

 Marco el número de Adriano y me mandó al buzón de voz, lo intento otras tres veces y obtengo el mismo resultado.

El guardia me agarra el brazo fuertemente para impedir que escape y me deshago de su agarre dándole un codazo en la nariz.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora