Seguro pensarán por el título que esta historia es la historia de un abogado sobre sus casos. Porque sí, la mayoría de las historias sobre abogados que existen solo hablan de los casos que ellos suelen tratar. Pero no, esta historia no se trata de cómo resuelvo la vida de los demás, se trata de cómo resuelvo mi vida. Esta no es una historia de amor, aunque si hay un par de ojos que me vuelven loco y otro par que me hace perder la compostura de vez en cuando, pero no son de una chica.
Soy Marcos López: un auténtico hijo de puta con las mujeres. ¿Mi pasatiempo favorito? Jugar con ellas, saber cuál es su tipo de chico ideal y convertirme en él para luego decirles romperles el corazón con la típica frase de "No eres tú, soy yo". Aunque, claro, eso era antes de que llegara otra chica, pero no fue exactamente a mi vida.
¿Confundidos? Yo también, porque ni yo mismo logro entender lo que tengo por vida. Sin embargo, lo que sí entiendo es que desde que una bola de pelos apareció en mi vida quise cambiarla, desde que cumplí 18 años decidí cambiarla por él. Y sí, es un chico y no, tampoco soy gay. Supongo que quedó claro cuando dije que me gustaba jugar con las mujeres.
Mejor empecemos por el hombre que soy, así que debemos irnos al momento donde creo que por fin soy el hombre que deseo ser. Y justo ese es el momento en el que estoy encadenado en una habitación bebiendo de mi propia orina, mientras era torturado por un psicópata.
No es precisamente mi mejor momento, pero al menos sí era el hombre que quería ser. Así que..., ¿empezamos?
***
—Te ves horrible, Adam.
Su voz me sonaba algo distorsionada, no sabía si era por la cantidad de sangre que había perdido o por lo que me habían hecho tomar. ¿También había escuchado bien el nombre?
—Ayúdame, por favor.
Fruncí el ceño al escuchar su risa estremecerme. ¿Por qué no se quedaba quieta? No era momento para que estuviera bailando, pero su risa era chillona.
—¿De verdad crees que lo haré? ¿Por qué te ayudaría a escapar con esa mujer? La muy desgraciada me golpeó en cuanto me reconoció, ¿puedes creerlo? —Comienzo a reír por lo graciosa que su voz, me recordaba a la película de las ardillas—. ¿Te causa gracia? No recuerdo que te gustaran las mujeres tan... especiales. —En definitiva, esa chica lo era—. ¿Qué te sucede?
—Quiero bailar como tú.
Reí al sentir que tomó mi rostro y me observó a los ojos. Si no me hubiera estado doliendo tanto el cuerpo, quizás sí hubiera bailado con ella, no era una mujer fea.
—Miguel se pasó un poco con lo que te dio, ¿no?
—¿Quién te dijo que puedes reír? —Sonrió viendo al hombre entrar—. Sofía, ¿por qué no me pasas el alcohol? —Eso lo entendía, mi espalda ardía por los latigazos que me había estado dando—. Tendrás motivos para gritar.
—No te vas a salir con la tuya. ¿Qué ganas con esto? Solo acepta que no te quiere.
Ese imbécil se estaba duplicado, no podía enfocar mi vista y todo se veía borroso, tenía que liberarme de alguna forma, no podía seguir perdiendo el tiempo.
—Me parece que ya lo hice. Adivina quién aceptó cenar conmigo. —La mujer le entregó el alcohol, cosa que me hizo temblar a ver su sonrisa—. Luego la encerraré y la volveré a hacer mía, ¿qué piensas de eso?
—Pienso en que al menos deberías tener un moretón, porque Greys no es de las que se deja dominar tan sencillamente —grité al sentir cómo me lanzaba alcohol en mis heridas.
—Parece que la tortura no te quita el humor. —Me tomó del rostro—. No te vayas a dormir porque esto apenas comienza.
Todo me daba vueltas y no podía mantener abiertos mis ojos durante mucho tiempo. No podía más, pero tenía que ayudarla a salir de ahí.
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El diario de un abogado
Chick-Lit¿Creen que es sencillo levantarse solo? ¿Creen que las personas simplemente un día se cansan y dicen "¿A la mierda, quiero ser doctor" porque sí? Como seres humanos, nacimos solos, pero dependemos de las personas. ¿Por qué creen que todos buscamos n...