Capítulo 50: Confrontación

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—Nada de insultos Marcos—arreglo mi corbata antes de tocar la puerta y escuchar la voz con la autorización, entro—Buenas tardes Rodrigo

—Marcos López, tanto tiempo—ve que se levanta de la silla—Me sorprendió escuchar tu nombre después de tantos años, te creí en bancarrota

—No juegues con eso porque te he vencido en muchos de tus casos—solíamos vernos en los juzgado y varios abogados de esa oficina siempre le ganaba—Tengo tiempo sin verlos en los juzgado, fui yo quien los creí en la quiebra

—Oh no, nunca permitiremos eso—me extiende la mano—Bienvenido

—Gracias—digo tomándola la mano—Veo que nada ha cambiado—su oficina era la misma, era uno de los abogados con los que solía trabajar en conjunto pero era uno de los peores, era muy terco y si no perdía los casos era porque solía robarme mis ideas

—Igual que tu pero toma asiento ¿Quieres algo de beber?

—Gracias pero no me gustaría quedarme mucho tiempo ¿Podemos empezar? —tomo asiento y el hace lo mismo—Le dije a mi cliente que esto no era necesario pero insistió que quizás pueda servir de ayuda aunque tengo el caso prácticamente resulto, solo es cuestión de tiempo para atrapar el culpable

— ¿No tienes solo un mes con el caso? —sonrió—Solo pierdes tu tiempo, después de todo es culpable, nunca le creí que no lo había hecho aun así su hermana ofreció un buen dinero para que lo representáramos

—Nunca acepto un caso si no estoy seguro de la inocencia del cliente

—Muchos no piensas así, siempre ganas los caso y si no es así terminas llegado a la pena más baja—se acerca— ¿Implantas pruebas? Muchos usan ese truco—rio al escucharlo—Por eso lograste sacar a aquel hombre de la cárcel

—Todos parecen recordar mucho ese caso ¿Saben? Fue justo el caso que me dio el lugar que tengo—me acerco igual que el—Además un mago nunca revela sus secretos—vuelvo a mi asiento para verlo fruncir el ceño—Necesitare todo lo que tengas además aquí te traje una renuncia oficial de mi cliente y ya hablare en recepción para cancelar todo lo que te restan

—Ese niño no tiene ni donde caerse muerto, no tendrá como pagarte, su hermana le debe mucho dinero a la empresa en la que trabaja—eso no lo sabía pero el dinero no era de mi importancia

—El dinero nunca ha sido un problema—veo como saca de un cajón unas carpetas— ¿Es todo? —era algo pequeña

—Te dije que el chico es culpable, hasta la novia que decía tener lo negó todo, solo perderás tu tiempo y dinero que no recuperaras

—Gracias por tu tiempo—me levanto para tomar la carpeta— ¿Te digo mi secreto? —me ve con interés—Elegir la cliente correcto, lo mismo funciona al revés, no puedes elegir un abogado más del monto si no al indicado por eso el me busco a mí—me acerco a la puerta—Te enviare un mensaje para que veas personalmente el caso sería una pena que te lo pierdas—veo su cara de furia y sonrió saliendo a la recepción—Pero que ven mis ojos, pura belleza es lo que necesito

— ¿Cómo te fue? —veo que Cristina me sonríe—Por tu rostro bien

—El triunfo es lo que más disfruto—me acerco a ella, me había encantado cerrarle la boca al viejo— ¿Me acompañas a celebrar?

—Aun no has ganado el caso, ya es algo que se lo hayas quitado, sabes cómo es

—Lo sé pero no pensé que lo tuviera aquí, es difícil pagar los gastos

—Fue un pedido especial de la empresa Gómez, ellos han estado pagado las cuentas de la empresa aunque el año pasado empezó a pagarla la hermana del joven Soto, debe tener un buen puesto

El diario de un abogadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora