Tabaco

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Si alguna vez, a lo largo de su vida, le hubieran dicho que aquello iba a ocurrir, habría dado sentencia de muerte al portador de aquella barbaridad.

Sin embargo, ahora...

Tensó el entrecejo, aún a pesar de sus ojos cerrados.

— ¿Has vuelto a fumar?

El recién llegado encogió los hombros, se dejó caer sin vehemencia sobre el creciente césped y chistó.

— No me culpes, anda.

Shaka abrió los ojos para mirar con cuidado a su camarada. Aquel perfil de hombre malvado, contrastaba con la renovada imagen de su propia mente...

Tomó aire obligándose a cerrar los ojos de nueva cuenta, antes de proseguir con la conversación que aún no comenzaba.

— ¿Estarás fumando hasta que llegue?

La sonrisa socarrona del cuarto guardián hizo vibrar todos sus chacras. Más después de escuchar sus palabras:

— Puedes entretenerme de otras formas, buda.

La risa del italiano no tardó en llegar ante el silencio del sexto custodio. DM se levantó del lugar ocupado, acortó todo espacio con el hindú, buscando quedar con bien cerca de aquel exótico rostro.

— No olvides la cena. – perfiló los labios tostados con los propios y comenzó la salida de aquel lugar sagrado.

Los labios del hindú se tensaron en cuanto el aroma a tabaco desapareció del ambiente. Negó tras abrir los ojos y gruñó para sí mismo: ¿En qué momento había consentido aquella intimidad con el caballero de cáncer?

Todo se remontaba al tan mentado regreso. Su diosa, con toda benevolencia, había conseguido una nueva oportunidad de vivir para todos sus santos.

«— Ya comprobamos que no hay nirvana en ésta vida, Shaka. – protestó ante la insistencia de su amigo, a la clausura. – Deberías aprovechar este regalo que nos brindo nuestra Diosa.

— Eso hago – respondió aún sin moverse de su ubicación ni posición, el hindú –. Medito.

Mü, que era su interlocutor, negó dejando escapar el aire de sus pulmones.

— Sólo no te olvides de vivir, Shaka.

Esa maldita frase era la que rondaba su mente desde que Mü la dijera con tanta tristeza. ¿Sería que, de verdad, estaba desperdiciando el sacrificio de Atenea?

Cansado de tanta verborrea interna, abrió los ojos y cedió. Quizá entrenar algo el físico, no fuera mala idea.

Sin embargo, en cuanto llegó al coliseo, se arrepintió de inmediato. Allí en medio de la arena, el cuarto guardián danzaba en un combate imaginario en el que era el vencedor supremo. Desperdicio de energía inútil, pensó.

Descendió, creyéndose conocedor de la sabiduría eterna.

— Te mueves demasiado para no hacer nada.

El sobresalto del cuarto guardián hizo ver lo despistado que era, pues Shaka había alzado su cosmos desde que puso un pie en el edificio abierto.

— ¡Tsk! – chistó molesto, retirando con la muñequera el exceso de sudor de su rostro – Déjame en paz, Barbie.

Aquel apelativo fue más que suficiente para que el ego del caballero hindú, creciera, haciendo resonar cada uno de sus chacras con molestia.

— Shaka – dijo, sin ocultar su molestia –. Mi nombre es Shaka... – deslizó las palabras con amenaza – Cáncer.

El mentado volteó por completo hacia el recién llegado y mostró una mueca de extrema molestia.

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⏰ Última actualización: Feb 10, 2024 ⏰

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