Capítulo 3: Como Siempre Soñé Que Me Besarían.

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ARTHUR



La miré confundido, ¿Se habrá emborrachado con la copa de vino? ¿O la pizza tiene algo? Olí la pizza y Catalina me la quitó.

— Arthur cásate conmigo por favor, tú eres mi salvación aquí, no confiaría en nadie más, la gente que me rodea no es buena aquí en Nueva York, nadie me haría ese favor, estoy sola en este país, simplemente al momento de casarnos separamos todo, para no tener problemas legales si quieres hacer algo o yo quiera hacer algo, podrías preguntarle a ese abogado en donde trabajas, como se hace eso de casarse con separaciones, por favor Arthur — dijo juntando sus manos desesperada.

— Está bien — dije raro, por dios me voy a casar, pero si ni siquiera he dado un beso, ni siquiera sabría qué hacer si quiere que la bese, Catalina se puso a chillar feliz y me abrazó, la abracé asustado acomodando mis anteojos mientras sonreí abrazándola.

— Muchas gracias en serio, te prometo que seré la mejor amiga y esposa que puedas tener — estallé en risas mirándola fan feliz — Hagamos un brindis — asentí tomando mi copa, ya será mi esposa, ahora solo me faltará enamorarla, se supone que uno se conoce, se besa, se enamoran, se acuestan, se hacen novios, se comprometen, se casan, pero aquí no, aquí partiremos al revés, hicimos el brindis y Catalina también me hizo brindar con trozos de pizza, nos reímos mirándonos y me perdí en esos peligrosos ojos, estoy loco por ella, nos conocemos hace una semana, pero me tiene completamente flechado — ¿Y cómo se hace eso de pedir hora para casarse?

— Tranquila, yo mañana hablaré con ese abogado — casi se me sale "Mi abogado" — Le pediré ayuda en todo, es simpático — asintió aplaudiendo.

— Veré si tengo algo blanco en este armario, nuestro falso matrimonio tiene que ser creíble — se levantó rápido de su asiento a buscar algo en sus muebles — Creo que no uso ropa blanca, tengo vestidos rojos y negros, pero no blanco — siguió buscando entre sus cajones — Aquí hay algo blanco — tomó algo blanco — Ay es una camiseta — la soltó de mal humor, es una camiseta diminuta, debe verse muy sexi con esa camiseta — No me puedo casar de negro o de rojo — me puse a reír.

— Tranquila, primero hay que pedir la hora — asintió más tranquila tomando más vino.

— Creo que me emborracharé con tanto vino, está muy delicioso — bebió más vino — Cuando me levanté a buscar algo blanco, sentí mareos — me puse a reír — Me dio vuelta todo — río suave — Ojalá resulte lo del matrimonio falso, así podría trabajar un año completo, apelar a mi beca en ese tiempo y seguir, solo son dos materias más la pasantía, no es nada más, me falta tan poco — dijo frustrada.

— Todo saldrá bien, te ayudaré, no te dejaré sola, lo prometo — me quedó mirando con esos peligrosos que no logro interpretar.

— Sabes mamá siempre me dijo que tenía que escoger un chico como tú, inteligente, que los idiotas no sirven para nada — sonreí — Pero te has dado cuenta de que las mujeres siempre se enamoran del idiota — sentí que mis mariposas cayeron una a una, le quité la vista mirando mis manos acomodando mis anteojos, Catalina está enamorada del chico que fue a buscarla a noche.

— Lo mejor será que me vaya, ya es tarde, debes descansar, yo mañana le hablaré al abogado y te aviso lo que averigüe — asintió más feliz mirándome.

— Gracias por ser tan buen amigo Arthur, tú eres diferente — sonreí, todos me dicen que soy diferente, que valgo la pena, que algún día alguien se enamorará de mi, pero eso nunca sucede, y ya me acostumbré a esta situación de ser invisible como hombre, siempre soy solo "El amigo".

La Culpa Fue De Tus Ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora