ARTHUR
Estoy de los nervios, intenté hablar con Catalina todo el fin de semana, pero me dijo que estaría muy ocupada con su madre, casi conduzco a su piso a golpear su puerta para hablar con ella, estoy desesperado, maldita sea por qué siempre soy tan ansioso.
Me bajé del ascensor y miré enseguida los cubículos para ver si la encuentro, pero no la vi, así que caminé directo a mi oficina.
— Erika — me miró con cara de pocos amigos — Apenas llegue Catalina a la empresa que vaya a mi oficina — no esperé una respuesta, porque sé que Erika no la dará, ojalá se le pase pronto el enojo. Me encerré en mi oficina caminando de aquí para allá, estoy muriendo de los nervios. Me quité la chaqueta y caminé tras del escritorio.
No he trabajado, miro el reloj cada diez minutos, ya ha pasado una hora, pero aún no hay rastro de Catalina. Presioné el intercomunicador.
— Erika, Catalina.
— Si le avisé, pero Catalina no ha llegado aún.
Le envié un WhatsApp, pero no lo respondió.
Boté aire intentando no perder el norte y la llamé, pero tampoco respondió la llamada.
Presioné el intercomunicador nuevamente.— Erika búscala de inmediato, la quiero ahora en mi oficina — colgué enojado, Erika esta vez no respondió.
Me restregué el rostro con fuerza superado. Me debo calmar, a lo mejor solo está ocupada trabajando, solo es el miedo, el miedo y la ansiedad me tienen así.
Sonó la puerta, di el pase rápido pensando que sería Catalina, pero entró Livy mirándome preocupada.
— Hola — entró cerrando con pestillo.
— Hola — me miró triste caminando hacia mi.
— Arthur, necesito decirte algo demasiado importante sobre Catalina — sentí que se me fue el aire.
— ¿Qué? — abrió sus ojos mirándome con miedo.
— Ella tiene pareja, tiene incluso una hija con su pareja, todo este tiempo te ha estado viendo la cara, fui a encararla a su casa, y me dijo que lo hacía porque no quería darte el divorcio.
— ¿Qué dijiste Livy? — pregunté enojado poniéndome de pie.
— Que Catalina tiene familia — dijo titubeando.
— ¿De dónde sacaste eso? — se quedó en silencio — Habla — golpeé el escritorio y reaccionó.
— Es que te enojaras, pero es que la veía como una competencia, porque estoy enamorada de ti entonces la seguí, la seguí hasta su casa, la seguí para saber a qué competía y la vi, la vi con una bebé en brazos y un hombre — sentí que mi corazón se volvió a romper — Entonces comencé a averiguar sobre su vida y lo descubrí todo y el fin de semana la fui a encarar a su casa diciéndole que se marchara de aquí, que no iba a permitir que te hiciera esto — No, a Livy no le creo nada.
— ¿Por qué te involucras? — pregunté enojado — Te dije que no te quería cerca de Catalina, pero no escuchas.
— Lo siento Arthur, sé que no me crees, pero es la verdad — boté aire desganado, y me puse a pensar en que si eso es verdad, todo tendría sentido, el por qué me rechazó, por qué esa noche lo escogió a él, a lo mejor estaba embarazada.
— Te puedes retirar — apunté la puerta y Livy me miró triste, se giró afectada y salió rápido de mi oficina. Me mordí el labio intentando no llorar y me senté para tomar aire, pero no lo logré.
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La Culpa Fue De Tus Ojos
RomansaCatalina y Arthur tuvieron la hermosa fortuna de coincidir, la hermosa suerte de encontrar el amor, pero como en toda historia de amor hay un corazón frío y otro corazón roto. Arthur dejó de ser el mismo desde aquel día, y bueno Catalina, a Catali...