Capítulo 7: El Hogar De Nuestros Sueños.

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ARTHUR




Entré al edificio, Catalina se acercó enseguida a mi, no me detuve, solo me siguió, me subí al ascensor y subió a mi lado.

— Es un edificio residencial, ¿Qué hacemos aquí? — sonreí mirándola, pero le quité la vista y marqué el código del Pent House.

— ¿Cómo te recibieron abajo?

— Bien — respondió confundida.

— ¿Te gustó la entrada?

— Si.

— ¿Te gustó la ubicación?

— Si — está completamente confundida, las puertas del ascensor abrieron y le hice señas para que bajara, lo primero que vimos fue un mueble delgado apegado a la muralla, con mini plantas de interior, arriba un espejo. Nos miramos a través del reflejo del espejo, pero me quitó la vista y bajó dudando. Me permití pensar en que nos vemos hermosos juntos, yo cuidándole la espalda. Nos pusimos a caminar por el pasillo, ella caminando dudosa, yo observándola con seguridad de pies a cabeza.
Ingresamos al salón y Catalina observó todo mientras se giraba y llegó a mis ojos.

— ¿Qué hacemos aquí?

— ¿No reconoces este lugar? — negó con su cabeza, me acerqué despacio cazándola, Catalina elevó su mentón, quiere que la bese, pero la giré apegándola a mi pecho — Observa con atención — casi le muerdo el lóbulo de su oreja, me muero por besarla, pero quiero evitar que mis labios la toquen, ella es peligrosa, su piel es una droga, y es mi droga favorita, podría consumirla toda la vida, se giró feliz mirándome.

— Es el hogar de nuestros sueños — dijo feliz — ¿Tú hiciste todo esto para nosotros? — me quedé en silencio observándola  — Está la terraza con vistas a Central Park, está la manta suave para que nos tapemos mientras nos abrazamos y darnos besos cuando veamos películas — por un momento imaginé cada situación, en este momento no solo romperé sus sueños, también romperé el mío, hoy de aquí saldrán dos corazones rotos. Caminó a la cocina — No me lo puedo creer, ¿Es en serio? Es la cocina que vimos ese día juntos en una tienda en el SoHo, cuando íbamos caminando de la mano — está radiante de felicidad — Sabes que esta vez en este sueño falta algo — Catalina está muy feliz — Falta una silla especial para alguien especial que te quiere conocer — giró feliz dando vueltas y se llevó la mano a su corazón — Es el piso de nuestros sueños Arthur, te juro que todos los días soñaba con este día, que tú regresabas.

— ¿Nuestros? — me miró confundida.

— ¿No es para nosotros? — se quedó en silencio y tragó saliva.

— No — respondí seguro — Yo claro que viviré con mi familia aquí, pero yo no formaré una familia contigo, formaré una familia con la mujer que me ame de verdad y no que me utilice.

— ¿Entonces por qué me trajiste aquí? — su voz está temblorosa.

— Para que veas de todo lo que era capaz de darte, de todo lo que te iba a dar a ti, si querías la luna yo te la bajaba — me acerqué enojado a ella y sus ojos tristes me miraron perdiéndose en mis ojos — Esa mujer que me ame de verdad, vivirá en el hogar de tus sueños — cayó una lágrima de los ojos de Catalina, acerqué mi mano a su rostro tocándola y tomé su lágrima con mi pulgar — ¿Quieres saber cuando compré este piso? — se quedó quieta sin decirme nada — Lo compré luego de casarnos, un matrimonio falso para ti, una montaña de ilusiones para mi, mientras tú me decías que iba avanzando muy rápido, yo era un idiota enamorado que armaba el castillo de su princesa, a medida que me ibas diciendo tus gustos, yo iba comprando cosas, para que esté hogar fuera tan tuyo como mío, mientras que tú solo te reías de mí — cayó otra lágrima de los ojos de Catalina — Cuando compré este piso me propuse enamorarte cada día, para que ese matrimonio falso se convirtiera en algo tan real como mi amor por ti — la solté acabado, Catalina no dijo nada, así que retrocedí mirándola — Solo espero que algún día te des cuenta del daño que me provocaste y que te arrepientas de haberme roto el corazón — se lo confesé calmado, siempre quise decirle esto, siempre quise decirle el daño que me hizo, mostrarle todo de los que era capaz por ella. Levanté mis hombros con mis ojos llorosos levantando mis manos, porque ya no tengo nada más que decir aquí, me puse a caminar por el pasillo y no me giré a observarla, solo me subí en el ascensor y presioné el botón para que cerraran las puertas mientras me sequé una lagrima que cayó de mis ojos.









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