Capítulo 27: Sufriendo Por Algo Tan Tonto Como El Amor.

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CATALINA




— Vas a tener que hacer reposo y dieta estricta — le asentí a la doctora — Porque si estás dando pecho, lo lamento, pero sabes que no te puedo dar medicamentos, en cinco días deberían terminar los síntomas — le volví a asentir — Y si empeoras regresas, pero si te cuidas lo que debería suceder es que mejores según mis análisis, así que será responsabilidad tuya — me levanté de mi asiento.

— Muchas gracias — dije despidiéndome, uff sabía que no tenía que venir, si me debí enfermar porque comí esa cantidad de helado en el piso de Erika. Abrí la puerta y me encontré con los ojos de Arthur, se me aceleraron los latidos enseguida.

— Papá papá — dijo feliz Merianne, Arthur le sonrió acercándose tomándola en sus brazos, cerré la puerta y nos pusimos a caminar por el pasillo.

— ¿Por qué viniste?

— Porque te quiero cuidar aunque no quieras — lo miré con ternura y algo triste — ¿Qué te dijeron?

— No me pudieron dar medicamentos porque estoy dando pecho, pero debo comer básicamente de esas comidas para enfermos que son fideos sin nada y aguas calientes — sonrío con burla mirándome — Yo creo que me enfermé ese día de la cita falsa, me fui a meter al piso de Erika y me comí un pote de helado yo sola — me dio asco tan solo recordar ese sabor, creo que nunca mas comeré helado de yogurt con frutos rojos — Ay que asco, te juro que recuerdo ese helado y me dan ganas de vomitar — Arthur se puso a reír, Merianne lo agarró del rostro desesperada abriendo su boca comiéndoselo, me puse a reír mirándola — Cómete a papá, cómete a papá — dije enojada y Merianne se puso a reír.

— ¿Terminaremos de hablar o no?

— Ahora quieres hablar, cuando te conviene — botó aire desganado.

— Por favor Catalina — lo miré triste, maldita sea no le puedo decir que no, amaría hacerme de rogar, pero no puedo, me tiene loca este hombre. Asentí — ¿Quieren quedarse conmigo de nuevo? Puedo hacerte comida para enfermos y cuidarte toda la noche — sonreí mirándolo y nos subimos al ascensor.






Llegamos al piso donde estoy viviendo con mi madre y Merianne.

— Hay que darle la comida — me puse a calentar su comida rápido, Arthur acercó la silla de nuestra hija para comer y la sentó ahí.

— Ve a armar otro bolso, yo termino de calentar su comida — asentí y cuando iba saliendo de la cocina Arthur me jaló de la cintura con fuerza apegándome a él, pasó soltándome y lo quedé mirando con la respiración alterada, me encanta que me tome así, pero me concentré en salir de esa cocina.




Cuando regresé al salón con el bolso, Arthur estaba entretenido con Merianne dándole su comida.

— Uy si eres tan exquisita cuando comes — me acerqué dándole un beso.

— Mamá Toto — dijo algo mañosa, me puse a reír.

— No Merianne, tú sabes que Toto con la comida no, porque siempre intentas darle comida al peluche por dios — Arthur le intento dar otra cucharada, pero la esquivó.

— Toto — dijo enojada.

— Si comes hay Toto, abre tu boca — abrí mi boca, Merianne cerró su boca negando.

— Mamá Toto — dijo triste haciendo pucheros.

— Mira yo tendré a Toto, pero tú debes comer — me acerqué al bolso que lo dejamos en el sofá, y tomé a Toto, Merianne abrió su boca enseguida comiendo otra cucharada, me acerqué con Toto — Una ultima cucharada — esquivó nuevamente la comida — Una más Merianne — llevé a Toto hasta su cabeza haciéndole cosquillas y levantó sus manos rápido intentando alcanzarlo, pero lo quité, se puso a reír solo de los nervios.

La Culpa Fue De Tus Ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora