Capítulo 25: ¡Ay Arthur Por Qué Eres Tan Difícil!

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CATALINA





— ¿En serio no te dijo nada? — preguntó sorprendida Erika, negué echándome una cucharada de helado a la boca — ¿Y te vio salir vestida así? — asentí haciendo un puchero echándome otra cuchara de helado a la boca — Pero qué le pasa — dijo indignada — Deja de comer ese helado, te enfermaras.

— Pasa que Arthur ya me olvidó amiga, esta estupidez de fingir que estoy saliendo con alguien no está funcionando — dije con la boca llena de helado queriendo llorar — Anoche me puse un pijama transparente que se me veía todo y no me dijo nada, no intento nada, no se me acercó nada, nada, nada — Erika se desinfló a mi lado.

— Lo siento, pensé que se pondría celoso — solté la cuchara poniéndome a llorar.

— Yo también — Erika me miró sorprendida, porque nunca lloro — Lo siento, es que estoy demasiado sensible, yo creo que bajará mi periodo — me asintió y abaniqué mis ojos con mis manos para que no salgan más lágrimas.

— Igual es extraño que anoche estuviera en tu cama no crees.

— Estaba con Merianne.

— Si pero ha tenido muchas noches para dormir con Merianne ¿Y lo hace justo ahora que se divorciaron? ¿No crees que igual hay algo ahí?

— No sé, no intentó nada en la noche, ni siquiera un roce de manos, nada — Erika hizo una mueca — Mejor me iré a estar con Merianne — me asintió.

— Bueno, pero tienes que estar tranquila, no flaquees en frente de él — asentí poniéndome de pie estirándome el vestido rojo extremadamente apretado y corto que me puse — Por suerte andas en tu auto con ese vestido.

— Si, o si no, no hubiese salido así — sonrió, le lancé un beso saliendo de su piso y me lanzó uno de vuelta, me subí en el auto derrotada y me puse a conducir. Sentí que me dolió un poco el estómago, a lo mejor comí demasiado helado, pero le quité importancia.








Me bajé del ascensor y está todo en penumbras y absoluto silencio, si mamá llegó, Arthur se debió haber ido, caminé a mi habitación y me frené al entrar, nuevamente está en mi cama durmiendo con Merianne, tomé mi teléfono hablándole a Erika, caminé a la habitación de mi madre, a lo mejor no llegó, pero mamá si está aquí y está durmiendo.

Erika: Ves! Ahora se viene a meter a tu cama! Aquí hay algo Cata!!!!

Sonreí mirando el teléfono, lo guardé en mi bolso y entré sigilosa a la habitación para no meter ruido, entré al closet a buscar uno de los pijamas que compré con la intención de provocar a Arthur y tomé uno rojo, sonreí con maldad mirándolo.




Sentí quejarse a Merianne incómoda, salí del baño a la habitación.

— Mmmm mamá — algo le molesta, no es hambre y no es querer tener a la mamá al lado.

— Hija — Arthur se asustó al escucharme entrar a la habitación, encendí la lámpara de su lado con luz tenue, me miró, pero me quitó la vista enseguida sentándose en la cama.

— Mamá — me crucé sobre Arthur tomando a Merianne, la levante y la olí, ufff, tiene su pañal sucio le debe incomodar.

— ¿La cambiaras? — preguntó Arthur bostezando.

La Culpa Fue De Tus Ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora