*°• ᴘʀᴇᴛᴛʏ - ᴊᴀʏᴡᴏɴ •°*

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-Listo, solo terminé de contestar unos mensajes- dijo el mayor.

-Sí, yo igual- sonrió el pelinegro.

A sugerencia de SuNoo, ambos habían llegado a un lindo valle verde que se encontraba algo apartado de la zona citadina, después de que Kim le dijera al mayordomo que saldría con su sobrino a un mandado, éste se ofreció a llevarlos al lugar y ahora mismo estaban algo lejos del auto privado seguramente, por suerte HeeSeung no había sospechado nada y lo había tomado como un gesto amable de su tío el querer facilitarles la llegada al lugar.

-¿Sabes? He estado pensándolo y tal vez podríamos venir aquí luego para celebrar tu cumpleaños, SungHoon- habló el rubio mientras tomaba una cucharada del bote de helado que habían comprado antes de llegar ahí, ambos sentados en una banca que les daba una vista al cielo de la tarde.

-Pero HeeSeung, aún falta mucho, bueno, prácticamente dos meses, pero tú entiendes- continuó la conversación haciendo la misma acción de comer.

-¿Y qué más da? Sería lindo hacer algún picnic aquí, comemos helado y nos divertimos... A todo ésto ¿Cuántos años cumples?

-Lo pensaré, digo, siempre celebro mi cumpleaños con mi familia y así, como quiera voy a considerar tu atractiva propuesta- soltó mientras llevaba sus dedos a la barbilla y hacía un gesto con su ceja alzada y una sonrisa.

Ambos rieron y se dispusieron a continuar en la tarea de comer helado, sus ojos se encontraban de vez en cuando y cada que eso sucedía sus sonrisas se agrandaban, estaban viviendo sus mejores momentos juntos y no iban a negarlo. Definitivamente querían sonreírse así por el resto de los días y estaban bien con ello.

El sol comenzaba a ponerse frente a sus ojos, un hermoso paisaje que no desaprovecharon la oportunidad de admirar, con la mirada sobre aquel suceso, se pusieron más cómodos al recargar sus brazos hacia atrás y en ese movimiento sus manos se tocaron, al instante los ojos de ambos se encontraron y la timidez dominando en sus rostros les plasmó una extrema felicidad.

En un acto de valentía y seguridad, HeeSeung solo atinó a soltar una frase hacia su acompañante: -Me gustas mucho.

Ante esas palabras, el corazoncito del menor aceleró su ritmo y un leve rosita tiñó sus suaves mejillas, sus labios se curvaron por la felicidad y muy decidido correspondió a esa tierna confesión: -Tú también me gustas mucho.

En ese momento no podían sentirse más felices al saber que sus sentimientos eran correspondidos.