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El recital fue un éxito, los vítores del público lo demostraron, había sido una noche muy especial y Riki se sentía feliz por ello, si bien, al principio tuvo miedo de contarle a sus amigos, se enteraron de una forma inesperada y de hecho se lo ha...

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El recital fue un éxito, los vítores del público lo demostraron, había sido una noche muy especial y Riki se sentía feliz por ello, si bien, al principio tuvo miedo de contarle a sus amigos, se enteraron de una forma inesperada y de hecho se lo habían tomado bien, los aplausos de sus amigos no se detuvieron y lo felicitaron al igual que sus padres quienes de igual manera habían asistido.

Después de aquel evento todo volvieron a casa acordando que al día siguiente iban a celebrar como se debía, entonces JungWon y Jay decidieron irse juntos a casa. Últimamente Won tenía vagos recuerdos de la fiesta de Riki, muy extrañamente creía y tenía el presentimiento de que había pasado algo más, pero al final sentía que no tenía mucha relevancia.

—¿Qué tanto piensas?— le preguntó el pelinegro que caminaba a su lado.

—Nada— el silencio los rodeó y continuaron en el camino, sin necesidad de hablar. El teléfono del mayor recibió una llamada, se detuvieron frente al parque por el que iban pasando para sentarse en una banca y que el chico pudiera contestar con más calma.

Mientras Min caminaba en círculos lejos y cerca de la banca una y otra vez, el pelirojo se dedicó a observar el cielo, esa noche la luna y las estrellas se alzaban con orgullo en la plenitud del firmamento, sonrió cuando la suave brisa golpeó su rostro.

—Me gustan las estrellas, están ahí brillando sin más, como si la luz que irradian fuera alguna clase de felicidad— expresó JungWon cuando se percató de que Jay estaba sentado a su lado.

—Si es así entonces tú serías una estrella, JungWon— soltó, apreciando el perfil del chico, poco a poco siendo consciente de lo que tenía que suceder.

La luna estaba en su esplendor, brindando su luz a la ciudad y en aquel parque donde dos chicos habían pasado más de 10 minutos conversando como si nada, uno de ellos juntando las agallas suficientes para demostrar finalmente lo que ansiaba por co...

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La luna estaba en su esplendor, brindando su luz a la ciudad y en aquel parque donde dos chicos habían pasado más de 10 minutos conversando como si nada, uno de ellos juntando las agallas suficientes para demostrar finalmente lo que ansiaba por confesar.

—Ya estoy cansado de fingir— expresó finalmente.

—¿Ah? Jay no entiendo, hemos llevado todo bien... Aunque pensándolo bien, también estás en todo tu derecho de detener todo y— habló el pelirojo moviendo sus manos de un lado a otro, encontrando lógica en las palabras de su amigo.

—No lo estás entendiendo— dijo el chico a la vez que bajó las manos del contrario delicadamente. —No puedo seguir fingiendo que ya estamos en una relación y tampoco que me gustas o siquiera mentir diciendo que eres a quien más quiero... Porque eso es algo que quiero demostrar verdaderamente.

Yang comenzó a sentir el fuerte palpitar de su corazón, queriendo convencer a su mente de haber hecho una interpretación equivocada de esas palabras aunque dejara muy en claro su intención.

—¿Q-qué estás diciendo?— fue lo único que pudo decir.

—Me gustas.

En ningún momento habían apartado la mirada del otro, encontrando brillo en sus ojos y sintiéndose completos finalmente para darse cuenta de que aquello que tanto habían estado buscando estaba ahí y no había forma de que pudieran perderlo, aferrándose con todo el corazón al amor que había comenzado a surgir y que estaban bien con ello sabiendo que ahora todo estaría bien.

—También me gustas— soltó y ambos plasmaron sus sonrisas.

A Jay solo le bastó acortar la distancia para besar a JungWon quien al instante correspondió, haciendo contacto con sus labios por primera vez, creyeron ellos.

Fue cuestión de tiempo para que se separaran para después abrazarse fuertemente, con una felicidad que era inimaginable, JungWon sintiéndose como si estuviera en un sueño aún cuando todo se sentía muy real, el chico frente a él le había pellizcado el brazo cuando se lo pidió y río por la petición.

Cuando decidieron separarse del abrazo no pudieron apartarse mucho porque algo los jaló y detuvo. Entre ellos, los dijes de sus collares se encontraban unidos, la luna acunando a la estrellita y encajando perfectamente, Jay dándose cuenta de todo el tiempo que había pasado sin darse cuenta de aquel detalle especial.

La luna y las estrellas brillaban únicas esa noche.

*°• ᴘʀᴇᴛᴛʏ - ᴊᴀʏᴡᴏɴ •°*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora