Todo iba perfecto. Tengo 23 años y estoy terminando mi último año de magisterio y mi novio, Roberto, está estudiando derecho. Quiere ser abogado.
Hemos hablado, mil veces, que cuando terminemos nuestras carreras, nos iremos a vivir juntos. Por fin. Estoy deseando que llegue ese día. Aunque, ahora, prácticamente nos pasamos, todos los días, juntos, en su casa o en la mía. Pero no es lo mismo. Odio cuando tiene que irse.
La música estaba muy alta. La gente bailaba y bebía en el club. Pablo es el dueño de todo aquello y, gracias a eso, tenemos siempre entradas VIP y copas gratis. Sus padres tienen clubs nocturnos por todo el país. Éste se lo regalaron a Pablo cuando cumplió sus 18 años. Ha sido el primero que ha empezado a manejar completamente sólo. Sin ayuda ni consejos. Y se le ha dado realmente bien.
- Me alegro mucho de veros chicos –llegó Pablo y nos saludó.
- ¿Te quedas un rato a bailar? –le sonreí.
- Sólo un ratito –me guiñó un ojo –Tengo muchas cosas que hacer arriba.
Arriba tiene su despacho con un gran ventanal desde dónde se ve toda la pista de baile.
- Vamos a bailar –dijo Mónica arrastrando con ella a Raúl, su novio.
Mónica es mi mejor amiga desde que teníamos 4 añitos. Siempre hemos sido vecinas. Hemos jugado por las tardes, en su casa o en la mía. Hemos ido de vacaciones juntas. Prácticamente nos hemos criado juntas. A Pablo lo conocimos en el instituto. Desde ahí siempre nos ha seguido en nuestras aventuras y locuras.
Una chica empezó a bailar con Pablo. Mónica con Raúl y yo con Roberto. Empecé a bailarle sexy a mi novio. Pegando mi culo a su cadera y moviéndome para sentirlo. Le estaba gustando. Estaba segura. Se acercó a mi oído y me susurró: "Terminemos esto en casa" a lo que yo asentí.
Nos despedimos de nuestros amigos y nos fuimos. Me llevó a su piso. Al llegar empezó la acción. Me apoyó contra la pared y metió su mano bajo mi vestido para acariciar mis pechos. Yo le quité la camisa y nos besamos. Nuestras lenguas jugaron. Me quitó el vestido y me llevó a la cama. Se tumbó encima de mí y mordió uno de mis pechos. Yo me estremecí y gemí de placer. Después hicimos el amor.
Pasamos el fin de semana, los dos, en su casa y el domingo, por la noche, volví a mi piso. Mañana teníamos clases. Al llegar llamé a Mónica.
- Buenas, buenas –me dijo entre risillas –Lleváis todo el fin de semana sin dar señales de vida.
- Ya sabes que ahora empieza una semana dura con los exámenes. Queríamos aprovechar el tiempo.
- Me parece muy bien. ¿Habéis visto la serie que os recomendé?
- No –empecé a reír –Hemos estado ocupados en la cama.
- ¡Oh! Sí. Ya sé –empezamos a reír.
- ¿Paso mañana a recogerte? –le pregunté.
- Sí.
Mónica está estudiando magisterio conmigo. Ambas teníamos claro, desde pequeñas, que queríamos ser maestras y enseñar a niños pequeños. Me encantan los niños.
Me di una ducha, me puse el pijama y me metí en la cama.
- Buenas noches osito –le mandé un mensaje a mi novio.
Me quedé dormida sin respuesta de él.
Han pasado 5 días. Estamos a viernes. Entre estudiar y exámenes apenas hemos hablado, Roberto y yo. Pero pasaremos el fin de semana en su casa. Recojo algo de ropa y me preparo para salir. Al abrir la puerta me encuentro con Mónica.
- Hola amiga –me dice entrando.
- Estaba por salir. He quedado con Roberto para pasar el fin de semana en su casa.
- ¡Ah! Lo siento- se levantó del sofá –No quiero molestar.
- No molestas, tonta –me senté con ella -¿Pasa algo?
- Creo que Raúl me oculta algo –soltó.
- ¿Qué? –me sorprendí –Pensaba que estabais bien.
- Y estamos bien, pero lleva días raro –le cogí de las manos –Creo que me oculta algo, y nunca me ha ocultado nada.
Raúl le estaba preparando una fiesta sorpresa, en el club de Pablo, por su cumpleaños. Yo lo sabía, obvio le estaba ayudando. Pero no podía decirle. Era una sorpresa y sabía que le iba a encantar.
- ¿Has hablado con él? –la miré a los ojos –No creo que te oculte nada. Hemos estado estudiando y con los exámenes. Es normal que habléis poco. Ve el fin de semana con él y pasar algo de tiempo los dos, solos.
- Ya... -me sonrió –Gracias, eso haré.
- Mónica –miré al suelo y comencé a frotar mis manos, nerviosa –Tengo cinco días de retraso.
- ¿No te ha venido? –se sorprendió.
- No...
- Cinco días es poco. No te preocupes –me cogió de las manos –¿Lo has hablado con Roberto?
- No, no le he dicho nada. ¿Crees que debería de decirle?
- Claro, es tu novio. ¿Quieres que compremos un test de embarazo? Así salimos de dudas. Puedo acompañarte.
- No, me esperaré hasta el domingo.
- Es lo mejor. Mínimo una semana. Vendré el domingo por la noche con el test, ¿vale?
- Vale –le sonreí.
Nos despedimos y cada una se fue por su lado.
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Amigos
RomanceLLevo 5 años con mi novio. Nuestra relación es perfecta. Hemos acordado irnos a vivir juntos cuando terminemos nuestras carreras. Pero todo está empezando a ir mal. Tengo 5 días de retraso. ¿Estaré embarazada? ¿Debería contárselo a Roberto?