Capítulo 4:

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Desde ese día he abierto los ojos. Ya no veo a Pablo como aquél niño que me cuidaba, ni como aquel amigo que siempre ha estado ahí para mí. He comenzado a ver a Pablo con otros ojos. Como un hombre. Quizás no lo estoy haciendo bien del todo. Quizás me arrepienta. Pero, por ahora, estoy bien. Estamos más que bien.

Hemos quedado varias veces para ir al cine o ir a comer algo los cuatro. Según Mónica, parecemos dos parejas. De hecho, cuando me dice de salir a algún lado, me habla de "en parejas". Cómo si Pablo y yo estuviéramos juntos, de alguna forma. Pero nosotros no somos más que amigos.

Hoy era el gran día. Raúl ha estado meses preparando ésta sorpresa para Mónica. Me puse un vestido negro, por encima de la rodilla, bien ajustado a mi cuerpo. Me coloqué unos tacones rojos y me maquillé. Me pelo me lo dejé suelto. Cogí mi bolso y fui por Mónica.

- ¿Aún no estás vestida?

- No sé qué ponerme –puso sus ojos en blanco.

- Te dije que te arreglaras para ir al club. Hoy es noche de chicas –le guiñé un ojo.

- Pero es que estoy cansada –me hizo un puchero -¿Porqué no salimos otro día?

- ¿Qué te pasa?

- Lo de siempre. Raúl está raro. Creo que tiene a otra –se sentó en el sofá y ocultó su cara con sus manos.

- No empecemos. Raúl no sería capaz de engañarte. Lo conoces muy bien –intenté animarla.

- Eso mismo pensábamos de Roberto y mira...

- No es lo mismo –suspiré –Roberto no era como pensábamos. Simplemente no quiere tener hijos ahora. Supongo que en un futuro los tendrá, después de casarse y tal.

- Es un cerdo –suspiró.

- Pero Raúl es un ángel –le guiñé un ojo –Vamos, lo pasaremos bien.

- Creo que ni se acuerda que mañana es mi cumpleaños...

- Claro que se acuerda –me puse nerviosa –Y si no se acuerda, lo matamos –le sonreí en modo de complicidad.

- Vale –empezó a reír –Salgamos a divertirnos sin chicos.

La esperé en el salón mientras se vestía. Se puso un vestido, hasta la rodilla de color rojo, con bastante escote.

- ¡Guau! –me sorprendí –Mataría por la cara de Raúl cuando se entere que te pusiste ese vestido para ir a bailar al club.

- Ni se enterará –se cruzó de brazos –Hoy vamos a ligar las dos.

- No creo que engañes a Raúl.

- No lo haré –se encogió de hombros –Pero si voy a ligar –ambas reímos.

La llevé al club. Un hombre musculoso nos guió hasta un reservado. Decía que unos chicos nos querían invitar a unas copas. Mónica por supuesto se entusiasmo.

- ¿Ves? –me guiñó un ojo –Te dije que íbamos a ligar.

Yo solo reí. Todo estaba preparado. Al llegar al reservado estaba todo oscuro. El hombre se fue y cerró la puerta.

- ¿Qué es esto? –empezó a ponerse nerviosa.

- ¡SORPRESA! –gritamos todos encendiendo las luces.

La habitación estaba decorada con globos de colores y un gran cartel que ponía: "Feliz cumpleaños".

Mónica se quedó paralizada y comenzó a llorar. Iba a abrazarla cuando vi que Raúl se me adelantó.

- ¿No te gustó la sorpresa? –le dijo.

- Claro que no me gustó la sorpresa, tonto –lo besó -¡Me encantó!

Sonreí. Sabía que le iba a gustar. Entonces vi a Pablo. Estaba vestido con unos pantalones marrón clarito y una camisa azul. Se acercó a mí.

- Estás guapísima –me guiñó un ojo.

- Tú también estás muy guapo –me sonrojé.

Pasamos una noche increíble. Entre bailes y copas. Cortamos y comimos la tarta. Le dimos unos cuantos regalos. Mónica estaba súper feliz.

- ¿Me ayudas? –me susurró Raúl.

- Claro –le sonreí -¿Qué pasa?

- ¿Puedes llevarla al baño y volver en unos minutos? Tengo otra sorpresa –me guiñó un ojo.

- Claro.

Fui hasta mi amiga y le dije que me acompaña al baño.

- ¿Tú sabías que me estaba preparando esto?

- Sí, pero no podía decirte nada.

Ella me abrazó. Nos retocamos el maquillaje y arreglamos nuestro pelo y volvimos riendo a la habitación. Al entrar quitaron la música y todos se quedaron en silencio. Ambas nos sorprendimos. Pablo señaló a una gran pantalla que estaba colgada en la pared. Empezaron a salir imágenes de ella cuando pequeña. De las dos juntas. Prácticamente vimos su vida resumida en imágenes. Luego empezaron las fotos bonitas de ellos dos. Mónica y Raúl, cuando se conocieron, cuando empezaron a ser novios.

Ambas nos quedamos mirando la pantalla. Era un video precioso. Al terminar, aparecieron unas letras en la pantalla. "Dime que sí". Ella me miró sin entender, yo me encogí de brazos. No sabía nada de esa sorpresa, ni sabía a qué se refería. Ambas nos volvimos y vimos a Raúl, con una de sus rodillas en el suelo, sujetando una pequeña cajita y en su interior un anillo de compromiso.

- Mónica, ¿me harías el hombre más feliz del mundo? –estaba sonriente.

Ella por poco se cae al suelo. La sujeté como pude. Empezó a llorar como una niña pequeña y corrió a abrazarlo.

- Sí –lo besó –Sí quiero –lo volvió a besar.

Él le colocó el anillo en su dedo y la cogió en sus brazos besándola. Todos aplaudimos. ¡Mi amiga se va a casar!

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