Capítulo 9:

16 5 0
                                    

Llevo meses sin ver a Pablo. Lo único que sé es que conoció a su hija y se enamoró de ella. Mónica me tiene al tanto.

Clara murió al final del verano. Imagino que quedaron destrozados por su pérdida. Pero no me he atrevido a verlo.

Sebas se convirtió en un gran amigo. Él quería tener algo conmigo. Pero sabe que aún estoy dolida por mi relación anterior. No quiero estar con otro hombre. No he podido olvidar a Pablo.

Las oposiciones fueron en septiembre. No me presenté. Por suerte las repiten en Junio. Así que tengo algo más de tiempo para prepararme.

Estamos a Marzo y Mónica está muy nerviosa. Todos los preparativos de la boda están más que listos.

- ¿Qué falta? –digo releyendo la lista de cosas que hacer

- Pablo vendrá a la boda –me mira Mónica.

- Lo sé –susurro –Imagino que llevará a la niña.

- Sí –me coge de las manos -¿Estás bien?

- Hace meses que no lo veo.

- ¿Por qué no vas a verlo? –me suplicó –La verdad, no quiero que haya problemas en mi boda.

- Tranquila. Por mi parte no habrá ningún problema –le sonreí.

- ¿Irás a hablar con él?

- Debería... -suspiré –Soy la dama de honor.

Mónica se fue con Raúl a una sesión de fotos pre boda. Yo salí a dar un paseo.

- ¿Laura? –la voz de Pablo me asustó.

- Pablo –sonreí –Me alegro de verte.

Miré a la pequeña cabecita rubia que me miraba, con ojos saltones.

- ¿Pero quién es esta muñeca? –me agaché para ponerme a su altura.

- Se llama Luna –se agachó también y ella me sonrió.

- ¿Vamos a comer un helado? –la niña empezó a saltar y yo miré a Pablo.

- Sí –dijo sonriente.

Los tres fuimos a una cafetería a tomar un helado. La niña me miraba con recelo. No me conocía. Yo iba hablándole y preguntándole cositas, pero ella no me contestaba.

- Es algo tímida –comentó él.

- Ya veo –sonreí –Pero seguro que podemos ser muy buenas amigas, ¿verdad, Luna? –ella me miró y sonrió –Es hermosa, se parece mucho a su mamá.

- ¿Conociste a mi mami? –preguntó una linda vocecilla.

- Sí, cariño –le sonreí –Conocí a tu mamá.

- Ella... se fue –y miró al cielo.

- Lo sé, pequeña –vi su carita triste –En realidad tu mami nunca se ha ido. Siempre estará aquí, contigo –señalé su corazoncito.

- Eso dice mi papi –lo abrazó y él besó su cabecita.

- Lo siento –dije –No tenía que haber sacado el tema.

- No pasa nada –me sonrió.

- Estaba pensando en ir a hablar contigo.

- ¿Hablar? –me miró sorprendido.

- Sí –cogí una de sus manos –Dentro de poco es la boda de Mónica. Me gustaría que volviéramos a ser amigos.

- No puedo ser tu amigo –me soltó la mano y yo lo miré confundida –Sabes muy bien lo que siento por ti. Ya no me conformo con tu amistad.

- Lo siento... -miré al suelo.

- ¿Qué pasa papi? –la pequeña le saltó encima -¿Por qué estás triste?

- Por nada, cariño –le dio un beso en su cabecita –Ya tenemos que irnos. Despídete, mi amor.

La niña vino, tímidamente, hacía mí y me dio un beso en la mejilla.

- Adiós –movió su manita.

- Adiós cielo –le susurré –Nos vemos otro día.

Y ellos se fueron. Me quedé allí quieta. ¿Me seguía queriendo? ¿Seguía sintiendo lo mismo por mí? Habían pasado muchos meses y, ¿no me había olvidado? Yo no había podido hacerlo. No había estado con ningún otro hombre. No había podido besar a otro... Me fui a casa. Me duché y me puse un vestido negro ajustado al cuerpo. Fui al club. Tenía que hablar con él a solas.

Pregunté por él y me dijeron que estaba en la barra. Dudé en ir. ¿Quizás lo había entendido todo mal?

- ¿Laura? –me volví y me encontré con Pablo mirándome -¿Qué haces aquí?

- Creo que deberíamos hablar a solas –susurré.

- No creo que sea buena idea.

- Por favor...

Subimos a su despacho. Todo estaba igual que como recordaba. Sonreí. Era como si no hubiera pasado el tiempo.

- ¿Qué quieres, Laura? –su voz sonaba cansada.

- Siento el daño que te hice aquel día –suspiré –Hablé con Clara y ella me explicó por qué se fue y por qué no te dijo que estaba embarazada.

- ¿Me dejaste por Clara? –me miró sin entender.

- Te dejé para que Clara fuera feliz los días que le quedaran junto con su hija y contigo –suspiré –Lo siento. Si te sirve de consuelo, también lo he pasado realmente mal.

Me abrazó por la espalda. Yo me estremecí con su contacto. Cerré los ojos y apoyé mi cabeza en su pecho. Sentía su corazón acelerado y me di cuenta que el mío también iba muy rápido.

- Eso fue lo que siempre dijo Clara –susurró.

- Se lo imaginaría –suspiré –Pablo yo...

Me dio la vuelta para que lo mirara y me besó. Rodeé mis manos en su cuello y le correspondí al beso. Se sentía tan bien estar entre sus brazos de nuevo.

- Te amo, Laura –susurró en mi oído y me estremecí –Nunca he dejado de hacerlo.

- Yo también te amo, Pablo –volvió a besarme.

Terminamos haciendo el amor en su despacho.

AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora