Amigos

Capítulo 7:

No le he contado a nadie sobre esa conversación. Ni siquiera a mi amiga. No he tenido ganas de recordarlo. Por suerte, no he vuelto a saber nada de él.

Mónica y yo nos hemos concentrado en estudiar más que nunca. Las oposiciones están cerca. En un par de meses tendremos la prueba.

Le he estado ayudando, un poco, con los preparativos de la boda. Han pensado en el mes de Mayo, pero aún no se deciden por el día. De todas formas hay mucho por hacer en muy poco tiempo.

Mi relación con Pablo va muy bien. Siento que no puedo quererlo más. Es súper cariñoso y bueno conmigo. Siempre está pendiente de mí.

- ¿Cómo te va con Pablo? –me guiñó un ojo Mónica.

- Muy bien –sonreí tímida –Es súper cariñoso conmigo.

- Él está muy feliz –me sonrió –Llevaba años esperando poder tener algo así contigo.

- Algo así me confesó.

Bebimos nuestros cafés y ella se fue. Miré mi móvil y llamé a Pablo.

- Mónica ya se ha ido, ¿Te apetece que nos veamos?

- Por supuesto. Ahora nos vemos preciosa.

Al colgar me asusté. Alguien me agarró del brazo. Al girarme vi a Roberto sonriente.

- Qué alegría verte por aquí, Laura.

- ¿Qué haces aquí?

- Te he visto y no he dudado en acércame a saludarte –intentó darme un beso pero me aparté.

- No sigas, Roberto –lo miré mal –Tengo novio.

- Sé que ese no significa nada para ti. Tú me quieres a mí –me pegó a él.

- Déjame –intenté separarme sin éxito –Suéltame.

- ¿Te pones nerviosa de sentirme cerca? –empezó a reír.

- ¿Qué quieres Roberto? –puse los ojos en blanco.

- A ti te quiero –me sonrió.

- Ya no te quiero, ¿por qué no lo entiendes?

- Porque eres mía –me susurró en el oído –Y siempre serás mía. Lo que tú y yo tenemos es demasiado fuerte como para olvidarse de la noche a la mañana.

- Roberto, yo...

Me atrajo a él y me besó. Sentí asco al sentir sus labios. Intenté separarme, sin éxito. Mis manos empujaban su pecho, pero no le hacía ni cosquillas. Era mucho más fuerte que yo. Sentí como alguien lo agarraba y lo separaba de mí. Vi como Pablo le daba un puñetazo en la cara a Roberto y éste caía al suelo.

- ¡Te ha dicho que la sueltes! –le gritó Pablo.

- ¿Quién te crees que eres? –Roberto se levantó y venía, enfurecido, hacia Pablo.

- ¡Basta! –grité poniéndome en medio de los dos –Estamos dando el numerito en medio de la calle. Todos nos están mirando.

- No te acerques a mi novia –le dijo Pablo.

- No es tu novia –escupió sangre en el suelo.

- Roberto vete. No tienes nada que hacer aquí –le pedí.

- Vente conmigo –me rogó –Podemos arreglar las cosas y volver a ser felices.

- Soy feliz ahora, ¿no te das cuenta? –me crucé de brazos.