Capítulo 3:

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Ha pasado un mes desde ese día. Un mes sin verlo, sin hablar con él. Me ha mandado varios mensajes, a los que no he contestado. Mónica ha estado conmigo la mayoría del tiempo. Sabía que estaba mal y no quería dejarme sola.

- Tienes que salir –me sonrió –Vamos, lo pasaremos bien en el club.

- No tengo ganas –dije –Ve tú y luego me cuentas.

- ¡No! –puso los ojos en blanco –Vamos las dos.

No sé cómo me dejé convencer. Nos vestimos, nos maquillamos un poco y nos fuimos al club. Allí estaba Raúl y Pablo, esperándonos.

- Me alegro de verte Laura –me dijo Raúl dándome dos besos.

- Y yo de venir -logré sonreírles.

- Lo siento, Laura –me abrazó Pablo –Estás mejor sin él.

- Es un idiota –dijo Mónica.

- Sí –dije.

- Vamos por unas copas.

Pablo y Raúl fueron a traernos unas copas. Nosotras nos sentamos en un reservado mientras esperábamos. Cuando llegaron los chicos, pusieron las copas sobre la mesa.

- ¿Te quedarás con nosotros? –le pregunté a Pablo.

- Sí –me sonrió.

- Creo que es mejor que nos vayamos a otro sitio –sonrió Mónica.

- ¿Por qué?

Entonces lo vi. Era Roberto besando a una rubia muy guapa. Los tres me miraron sin saber qué hacer.

- Haré que los saquen –se puso de pie Pablo.

- No –le cogí la mano –Déjalo. Suerte por él. Ya me encontró reemplazo.

- Esa no te llega ni a los talones –me sonrió Mónica.

- Da igual. No pasa nada –mentí –Estoy bien.

- ¿Seguro?

- Seguro –volví a mentir.

- Vamos a bailar –dijo Mónica.

Fuimos los cuatro a bailar. Sentí unos ojos en mí y vi que Roberto me estaba mirando. Mónica se besó con su novio. Yo pasé mis manos por el cuello de Pablo y empecé a bailar sexy. Sabía que a Roberto le encantaba cuando le bailaba así. Rocé mi trasero con su cadera, sentí su dureza y me estremecí. Pablo me acercó a él y me susurro: "Basta. No soy de piedra".

- Lo siento –le dije.

- No importa. Sé porqué lo has hecho.

Me sentí avergonzada. Nos fuimos al reservado y nos sentamos a beber. La verdad, no sé cuántas copas me bebí intentando olvidar todo lo que había pasado.

- No deberías de beber más –comentó Mónica.

- ¿Por qué no? –empecé a reír –Estoy perfectamente.

- Vamos a llevarla a su casa –se puso de pie Raúl y Mónica lo siguió.

- ¡No! –me quejé –No quiero irme. He venido a divertirme. ¡Quiero divertirme!

- Está borracha –comentó Pablo.

- Sólo me he tomado un par de copas –puse los ojos en blanco.

- Una detrás de otra.

- Vamos –dijo Raúl.

- No me voy –me crucé de brazos –No podéis obligarme.

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