Capítulo 8:

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Llevo una semana viviendo con Pablo. Termino de vestirme. Un vestido, por encima de la rodilla, de color azul marino y unos tacones negros. Me recojo el pelo en un moño despeinado y voy al salón. He preparado una cena romántica, con velas y todo. Debería estar al llegar. Llevo más de una hora esperando y nada. Cojo el móvil y lo llamo, pero no contesta. Así que decido ir al club a buscarlo. ¿Le habrá pasado algo?

Al llegar me dicen que está ocupado, con alguien, en su despacho. La última vez que me dijeron eso estaba con Roberto. ¿Estaría allí Roberto buscándome? Sentí que mis manos temblaban. Respiré profundo y subí las escaleras. No me hizo falta abrir la puerta para verlo. Estaba de pie, delante de su escritorio, besándose con una chica. ¿Por qué me habría hecho esto Pablo? Estaba esperando, como una tonta, en casa, con una cena romántica y él besándose, en su despacho, en el club, con otra chica...

Las lágrimas empezaron a salir de mis ojos. Pablo se apartó de la chica y me miró. Me di la vuelta y salí corriendo. Sentí como me llamaba, pero no me volví. Me monté en mi coche y me fui. ¿Cómo había podido ser tan tonta? ¿Por qué me había engañado? Si no me quería podía habérmelo dicho.

Estaba llorando. No podía conducir. Paré mi coche y me quedé ahí sentada. Inmóvil. Llorando y llorando. Me había roto el corazón. Sentía un gran dolor en mi pecho.

Cuando logré calmarme volví a su casa para recoger mis cosas.

- ¡Laura! –vino corriendo hacia mí y yo me aparté.

- No me toques.

- Cariño espera –intentó cogerme por el brazo y yo me aparté.

- No me toques –repetí –No quiero hablar contigo.

- Déjame que te explique –suplicó –No es lo que piensas.

- Te estabas besado con una chica en el club –le solté -¿Piensas negármelo?

- Pero no es como piensas...

Me fui al cuarto para recoger mis cosas. Empecé a guardar mi ropa, a la ligera, en la maleta.

- Por favor, Laura, hablemos.

- ¿Hablar de qué? –seguí metiendo mis cosas –Si has dejado de quererme me lo podías haber dicho.

- No he dejado de quererte. Yo te amo, Laura –hizo que lo mirara.

- Te estabas besando con una chica mientras yo estaba esperándote en casa. Te había hecho una cena con velas y todo –comencé a llorar.

- Lo siento –suspiró –Se presentó de imprevisto...

- Deja que me vaya.

- No –me abrazó –No te vayas. Déjame que te explique. Ella fue la que me besó

- Pero tú no la apartaste.

- Sí lo hice.

- Cuando me viste.

- Laura, Clara se está muriendo.

- ¿Y por eso la besas?

- No la he besado. Me besó ella.

- Y tú te dejaste –suspiré –No quiero saber nada más.

Cogí mi maleta y salí por la puerta.

- Por favor, Laura –me siguió –No te vayas. Déjame que te explique. Tienes razón. Debería haberla apartado. No tenía que haber dejado que me besara. Tienes toda la razón.

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